no me imagino cómo podían ser esas reuniones. Quizás se sienten alrededor de una gran mesa de madera noble, disertando entre humo de puro -sorteando la Ley Antitabaco- y asistidos por un mueble bar con servicio. Quizás compartan mantel y una sencilla degustación de tres tenedores o una estrella Michelin. Quizás se junten a jugar al Risk o al Monopoly. O puede que se citen en una fría sala de reuniones acristalada. El caso es que al presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, el valiente José María Marín Quemada, no le ha temblado el pulso para apuntar a 39 empresas y multarles con 98 millones de euros por formar un cártel para no hacerse daño y repartirse caballerosamente el pastel de las grandes contratas municipales en las principales capitales del Estado. Aportó e-mails cruzados entre ellos tan descarados como “pásame los precios que quieres que pase para quedarnos como estamos y no duden en seguir con vosotros” o “dime cuánto tengo que ofertarle para quedarme por encima vuestro”. Cinco firmas -FCC, Sacyr, ACS, Ferrovial y Cespa- acumulan el 75% de la sanción, con lo que puede que la mesa no fuera tan amplia y nuestra imaginación se decepcione, pero ya los e-mails tienen bastante película. Y justo cuando FCC acaba de arreglar lo suyo en Vitoria.