El Gobierno del Partido Popular, y en especial su presidente, Mariano Rajoy, volvieron ayer a ser el centro de las aceradas y duras críticas que se vienen escuchando desde hace unos años por parte de colectivos de víctimas hacia su política antiterrorista y, en general, su actitud poco menos que connivente ante el fin de la violencia de ETA, la excarcelación de presos y la realidad de que las formaciones de la izquierda abertzale no solo están plenamente legalizadas sino que incluso gobiernan en diversas instituciones en Euskadi. Las últimas actuaciones del Ejecutivo español, como la legislación ad hoc para contravenir los convenios europeos sobre el cumplimiento de condenas, incluyendo inaceptables presiones a los jueces del Tribunal Supremo, o las operaciones político-policiales de indudable repercusión mediática pero nula efectividad real, tomadas sin duda con el objetivo de apaciguar a su ala más ultra y de acallar las voces más críticas de las víctimas, no han impedido que éstas hayan vuelto a oírse en la calle. El 20 aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez a manos de ETA y la manifestación anual que convoca la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) -por cierto, con mucha menos participación- han supuesto un importante altavoz para los reproches más descarnados. El propio lema de la manifestación que, convocada por la AVT, tuvo lugar ayer en Madrid, es suficientemente revelador: “No más traiciones”. La propia presidenta de esta asociación, Ángeles Pedraza, quiso dejarlo aún más claro en su discurso, al reiterar que Rajoy se ha plegado a los terroristas y a la hoja de ruta que, supuestamente, acordó ETA con el Gobierno de Zapatero. Un delirio, si no fuera por la tragedia que ha sacudido a centenares de víctimas, que se sienten legitimadas para exigir venganza aunque lo hagan formalmente mediante la petición de justicia. Sin embargo, gran parte de la responsabilidad de esta situación se le debe al PP y al propio Rajoy. Tienen razón las víctimas cuando achacan a los populares que después de haberles empujado y apoyado de manera táctica para desgastar al anterior Ejecutivo socialista, ahora toman una actitud distinta. Es esa “traición” a todo aquello que el PP prometió de manera partidista cuando no gobernaba, alimentando la sed de venganza de personas lógicamente vulnerables, la que se le está volviendo a Rajoy en su propia contra.