Ni adelgazar, ni dejar el alcohol, ni nada por el estilo. Llega año electoral, con dos citas en las urnas que me van a tocar aquello de una manera increíble, entre otras cosas porque con el paso de los años se me está multiplicando la mala leche, y ya sé cuál es mi propósito para 2015: voy a ser bueno con los políticos. Llevo conociendo a seres de esta especie desde que era un bebé y mi inquina hacia ellos y ellas no se ha detenido nunca. Así que durante los próximos doce meses me voy a portar bien. Que al listo que has elegido para ser el portavoz de tu cruzada racista le pillan haciendo cosas que no deben, yo chitón. Que vas de renovadora de la izquierda y te dedicas sólo a tener relaciones con los medios derechones, yo chitón. Que no te aguantan ni en tu partido y, encima, hay quien lo dice de manera pública, yo chitón. Que no te conoce nadie y todavía hay quien se pregunta qué has hecho en tu vida para aspirar a determinado cargo, yo chitón. Que estás intentando meter la cabeza dentro de los nuevos después de salir rebotado de no sé cuantos partidos, yo chitón. Que hace tiempo que no has visto a la única neurona que te quedaba, yo chitón... Claro que, ahora que me doy cuenta, la primera vez que me propuse dejar de fumar, la cosa me duró sólo hasta Reyes.