Alos encargados de seguridad del tranvía de Gasteiz no les pagan las nóminas. Eso es al menos lo que he leído ya en varias ocasiones en diferentes paradas de la ciudad. Son pegatinas que manos cabreadas han colocado en los dispositivos donde se validan las tarjetas Bat. Expongo aquí su situación porque no puedo evitar percibir que lo relacionado, directa o indirectamente, con los problemas laborales en la administración pública está cubierto por un extraño velo: ocultar lo evidente no minimiza el impacto a quien sufre los recortes, sea afectado o usuario, sólo coloca en su triste lugar a quien precisamente intenta minimizarlo. Vuelvo a la senda de las pegatinas. Soy de naturaleza empática, así que rápidamente me enfadé con quien no abona las mensualidades. También les expliqué a unas chavalas de no más de doce años que esperaban al tranvía lo que significa la palabra nómina. “Entonces es que no les pagan, ¿no? Jo, vaya mierda”. Me di por satisfecho. Habían comprendido. Y lo que son estos tiempos sucios, sucios ya de por sí y ensuciados por sucios responsables políticos. La última pegatina reivindicativa que vi llevaba acoplado ese famoso recibo de la RGI de dos mil y pico euros. Qué tendrá que ver una cosa con otra. El responsable de este veneno puede estar contento.
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