muchos pueblos, es verdad, se las apañaban bastante bien sin ella -qué remedio-, aunque el desarrollo de las primeras civilizaciones hace 5.000 años -ante la evidente necesidad de abrir el mundo y de transportar mercancías y conocimientos- no puede entenderse sin el vuelco que supuso la aparición de la rueda en Sumeria. Otro tanto podría decirse de ese “ejército de 26 soldados de plomo con el que se puede conquistar el mundo”, que diría Johannes Gutenberg de su propio invento, la revolucionaria imprenta. El desarrollo tecnológico, es verdad, ha sido el gran aliado de la humanidad para dominar la naturaleza y responder a los desafíos de la cultura ya desde que Prometeo burlara a Zeus. Ahora bien, quizás la tecnología haya cobrado ya vida propia -la venganza de Zeus-, se haya convertido en ideología y estemos la humanidad sometida a sus avances y no al revés. Al cambiarme el teléfono móvil, no sólo he tenido la sensación de que he perdido por el camino un teclado de verdad -con sus 26 teclas tipográficas como las de Gutenberg- sino también de haber sufrido una derrota que me hace preso de un complejo laberinto en la pantalla. Lo siguiente será una aplicación que quemará en la pira todos los libros que superen los 140 caracteres.