la célebre expresión de origen circense que da titulo a esta Mesa y tan utilizada en los escenarios -incluso como socorrido recurso ante contratiempos- le debió asaltar a la mente a esa ínclita presentadora televisiva cuando la pasada semana tuvo que interrumpir repentinamente su programa matinal por las protestas de los trabajadores de RTVE, que temen por el desmantelamiento del ente público. La televisión atraviesa una profunda crisis por la caída de ingresos publicitarios, la necesidad de costear producciones carísimas, la fragmentación del público, la pérdida de credibilidad o la tentación de tirar de programas cutres, pero muy baratos y con grandes audiencias, entre otros muchos elementos complejos y largos de contar. Es una crisis de modelo de negocio e identitaria de la que tampoco nos libramos los medios escritos, radiofónicos o digitales, aunque en la televisión pública -aquella que quiera mantener la vocación de servicio público- concurren otros factores específicos. Un interesante debate que el festival de televisión de este verano en Vitoria -un vistoso evento más centrado en la farándula y el famoseo que en estas reflexiones- obvió por incómodo, aunque alguien le tendrá que meter mano. Que siga el espectáculo.