No comprendo nada de lo que rodea al crimen cometido contra la presidenta de la Diputación de León, de quien no sabía de su existencia hasta el día del suceso, y menos aún de su afición a acumular cargos. Vamos por partes. Los diarios de gran tirada se están esforzando en desentrañar los entresijos del asesinato de dicha señora: el móvil (el de antes, no el que suena y hace fotos), el plan, el arma... Por lo visto, las acusadas del crimen, a la sazón madre e hija, llevaban tiempo tramándolo. Se sentían estafadas por la presidenta y había de por medio un despido, o sea, dinero y trabajo. Si así era, si había planificación, qué sentido tenía cometer el asesinato a plena luz del día, casi con luz y taquígrafos. No lo entiendo. Tampoco alcanzo a comprender la trascendencia política de esta historia negra, que están intentando inflar algunos partidos y medios de comunicación. Páginas e imágenes dedicadas a una noticia que no tiene relación alguna con el acontecer político del país, y menos aún con la vibrante campaña electoral de las también vibrantes elecciones europeas. Algunos, muchos, se han enfadado con EH Bildu por no haber suspendido el mitin o no haber guardado un minuto de silencio. ¿Y por qué iban a hacerlo? ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino?
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