gasteiz ofrecía ayer -primer día de las vacaciones de Semana Santa- una estampa de notoria llegada de turistas en sus calles, entre familias, parejas o grupos de amigos que deambulaban por la plaza de la Virgen Blanca, el Casco Viejo o los paseos del Anillo Verde. Esta afluencia se ha dejado notar también en la actividad de la hostelería o en la ocupación hotelera, que en Álava roza el lleno entre ayer y el lunes, según las reservas contabilizadas. Los visitantes proceden sobre todo del resto del Estado y del turismo interior vasco, y en menor medida del extranjero. Este repunte turístico de fin de semana -particularmente la Semana Santa, puentes o eventos puntuales como fiestas de La Blanca o el Azkena Rock Festival- que Vitoria y Araba vienen registrando estos últimos años guarda una estrecha relación con determinados hábitos sociales y de consumo de ocio y cultura que ofrecen un importante potencial para destinos como Euskadi, aunque es necesario trabajar el catálogo de propuestas y actividades. Y es ahí donde Álava arrastra algunos déficits, pues no ha conseguido articular una marca fuerte, más allá de acciones puntuales bajo el paraguas Green o este año el sello de la Capital Gastronómica, que ha colocado a Vitoria en interesantes soportes de promoción. Sin embargo, sería pecar de cierta ingenuidad pensar que el reclamo gastronómico de la recién inventada capitalidad haya actuado, por sí solo, como motor del repunte turístico, y menos cuando esta marca no tiene todavía -y ha pasado ya un tercio del año- un programa definido y desarrollado que pueda actuar como efecto tractor. Los últimos datos atribuyen al Turismo un peso del 5,6% del PIB vasco, una cifra impensable hace apenas un par de décadas, y a ello se suma que Araba -sobre todo el enoturismo riojanoalavés o el agroturismo ayalés- y su capital Vitoria-Gasteiz -una ciudad donde tradicionalmente este sector ha estado relegado- se han reinventado como destino en poco más de un lustro. Pero la oferta alavesa sigue careciendo de una estrategia global que se complemente con la marca Euskadi en ofertas conjuntas, potencie por otra parte el turismo procedente de los otros tres territorios vascos o articule propuestas atractivas en el terreno de la cultura, el entorno natural o la gastronomía. Es decir, armar un puzzle con una marca potente.
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