Siento tristeza, enojo y consternación ante las talas de árboles que de un tiempo a esta parte se están cometiendo en Agurain y sus alrededores. Sirva como ejemplo la producida en la carretera que une esta localidad y Zuazo de San Millán, donde los chopos y fresnos -algunos casi centenarios- que se erguían majestuosos a ambos lados de la carretera han sido reducidos a tocones. Estos árboles dotaban al paisaje de una cierta amabilidad y belleza. Ahora la carretera -con una larga recta en este tramo - se asemeja a un circuito de velocidad. ¿Es esto lo que queremos para nuestras carreteras secundarias?

Si los responsables de estas decisiones se dieran una vuelta por los países europeos contemplarían con asombro los árboles y arbustos que crecen a lo largo de las carreteras en países como Francia, Reino Unido o Irlanda. Aquí, sin embargo, causa pena pasear por las carreteras comarcales, locales o incluso caminos de parcelaria y ver las cortas a matarrasa que se hace de la mayoría de arbustos, sean endrinos, cornejos, aligustres, espinos, madreselvas, rosales silvestres y demás especies. Esta vegetación natural contribuye a la diversidad del paisaje y representa la convivencia armónica entre naturaleza, agricultura y ganadería.

Entre las muchas talas que ha habido en nuestro entorno, destaca la de los chopos más grandes que crecían en Agurain y en concreto el magnífico ejemplar al lado de la antigua fábrica de curtidos. Fue talado a comienzos del pasado verano con otros más, aunque su aspecto era vigoroso. Una poda de algunas de sus rama hubiera sido suficiente.

En Vitoria crecen chopos en bastante peor estado y algunos frente al mismo Palacio de Justicia, en pleno centro de la ciudad. Es la suerte de ser green capital. Aquí sin embargo, ni siquiera avisaron de su tala hasta que vimos los troncos cargados en el camión.

Quisiera agradecer la labor de un grupo de vecinos de la zona de Guereñu, Alaiza y otros pueblos que se movilizó hace un año para evitar la tala de numerosos árboles que crecen en un tramo de esa carretera. Cada vez que paso por ahí y veo los árboles en pie me emociono.