el pretendido centrismo del PP se está viendo sistemáticamente amenazado por su derecha, con un preocupante efecto paralizante sobre el Gobierno de Mariano Rajoy, que intenta responder con una política de dureza, pero sin contentar a nadie. Esta misma semana, el histriónico exparlamentario alavés Santiago Abascal -escoltado por nombres tan significativos como José Antonio Ortega Lara o la dirigente de la AVT Míriam Pedraza- ha presentado un partido de ultraderecha que, sin bien apunta a que se trata de una expresión anecdótica y sin ninguna base social, no ha tardado en provocar nerviosismo, concretamente entre las filas de los populares alaveses. Los fantasmas de Jaime Mayor Oreja y María San Gil vuelven a planear en el ambiente y el pretendido giro centrista que capitanearon en Euskadi Alfonso Alonso y Antonio Basagoiti no parece atravesar sus momentos más fuertes, en parte por sus propios miedos, por el desgaste de la marca PP o por el amplio espacio de centralidad en el que se ha situado el PNV, que les deja poco margen. Y en lugar de aprovechar el movimiento de Abascal para desquitarse de su sector más reaccionario y profundizar en su aperturismo, al PP vasco le paraliza el miedo. Esta situación bien pudiera extraporlarse al PP español, no tanto porque el búnker de José María Aznar o Esperanza Aguirre en la FAES tenga vocación de constituir otro partido, sino por la presión que ejerce sobre el Gobierno Rajoy de una manera más efectiva como Tea Party interno. Parapetado tras la prioridad de enfrentarse a la crisis económica -a pesar de que su acción de gobierno se ha limitado a asumir las directrices emanadas desde los organismos internacionales-, Rajoy ha optado por enrocarse en sí mismo, petrificado por las presiones de los sectores más inmovilistas del partido, lo que le incapacita para encarar el proceso de paz en Euskadi o la vía soberanista emprendida en Catalunya, los otros dos grandes desafíos de su mandato. Y al final, el presidente del Gobierno español se ve preso de su inacción, que ni le permite tomar una iniciativa audaz en ninguno de los frentes que tiene abiertos -socioeconómico y territorial- ni contenta tampoco a los sectores que le amenazan por su derecha.