Son muchos los responsables políticos y empresariales -también periodistas- los que se lamentan amargamente de los incidentes derivados de tal o cual protesta. Que si los ciudadanos de Madrid han sido rehenes de los infames basureros, que qué forma de reivindicar es esa de los burgaleses quemando contenedores, que vaya irresponsabilidad la de convocar una huelga con la que está cayendo... Lo cierto es que no conozco revolución alguna en la Historia que no se haya consumado sin violencia, sangre y muertos de por medio. Ni siquiera la mítica resistencia pasiva en la India de Ghandi, que altercados hubo y muy violentos. Sin la necesidad de remontarse a guerras o cambios de régimen, lo cierto es que el Ayuntamiento de Madrid no se avino a negociar hasta que la ciudad emanaba un olor tan nauseabundo que hasta la marca España empezaba a quedar (más) en entredicho. De nada sirvieron las formas civilizadas anteriores, las reuniones, las peticiones por escrito de los trabajadores. Lo mismo ha ocurrido en el barrio de Gamonal burgalés. Los vecinos llevaban un año protestando y ni caso. Pero ha sido echarse a la calle, romper unas cuantas cosas y salir en la tele y en el resto de los medios. Entonces y sólo entonces ha llegado la solución, por fin el alcalde se ha avenido a gobernar para el pueblo que lo eligió y no para los intereses suyos o de su amigo constructor. Algunos de los que reclaman tanto civismo son los que en realidad nos muestran el camino. Si no hay hostias no hay reacción. Es triste pero así es.
- Multimedia
- Servicios
- Participación