el lenguaje de la mentira ha vuelto a pervertir la realidad. Hoy sabemos que las medidas que nos vendían como duras pero necesarias son la excusa del Gobierno Rajoy para llevar a la práctica su forma de entender la sociedad, el trabajo y la economía. En realidad han sido siempre parte de su ideario político, tanto como su ascendencia ideológica con la ultraderecha española y la jerarquía eclesial conservadora. Esta forma de gobernar está teniendo consecuencias como los exilios de carácter económico, social y democrático.

Así, lo que el Gobierno llamó exportación de talentos ha ocultado la realidad de las personas jóvenes exiliadas por motivos económicos y obligadas a irse de su entorno familiar y social para buscar un empleo digno, poder llevar a la práctica todo lo que aprendieron en sus años de estudio y con el sueldo suficiente para emprender un proyecto de emancipación que antes acotaban a su entorno más cercano y hoy se expande a otros países.

Es un exilio económico que en las últimas semanas se está llenando de razones a causa de medidas como la congelación del salario mínimo o la nueva vuelta de tuerca de la reforma laboral que pasa, entre otras medidas, por la ampliación a la contratación parcial de la modalidad de contratación de emprendedores con despido libre gratuito en el primer año. Además es un exilio forzoso porque las personas que se buscan la vida tan lejos de su familia y de su gente lo hacen porque las políticas no son neutras y tienen consecuencias que descapitalizan nuestros pueblos y ciudades.

El segundo exilio consecuencia de estas políticas es el retorno con sabor a fracaso protagonizado por aquellos que han tenido que regresar a sus países de origen o quienes se han visto obligados a volver a casa de sus padres y madres -economías familiares sostenidas por pensiones de jubilación o viudedad cada vez más precarias- porque han perdido su empleo y su vivienda.

Si acaso el exilio más paradigmático de esta realidad es el de nuestra democracia, que ha trasladado la toma de decisiones y la voluntad popular a instituciones ajenas, con gobiernos cobardes que prefieren aliviar a los mercados que proteger a la ciudadanía.

En este año nuevo nos van a faltar personas, pero nos siguen sobrando motivos y razones para combatir al neoliberalismo, a sus políticas y a los gobiernos que las ejecutan.