a ver si, ante tanta golfería generalizada, vamos a tener que desviar los ojos hacia la Iglesia. No digo hacia Dios, que eso allá cada uno con sus circunstancias, sino hacia una institución que, al parecer, se empeña en recuperar el prestigio y la credibilidad perdidos a lo largo de tantos siglos de abusos, acumulación de poder, robo y dominio insano sobre lo divino y lo humano. Al Papa Francisco no le tiembla el pulso, por ahora, a la hora de censurar dentro y fuera del Vaticano todo aquello que le parece incorrecto, desde la corrupción interna hasta la insaciable codicia de los poderosos pasando por la desidia de los Estados en relación con los inmigrantes, los desesperados y los pobres en general. Buen rollito el que desprende el jesuita hasta el punto de que algunos malintecionados ya especulan sobre cuánto durará íntegro... o vivo, que todos hemos visto El Padrino. Su ultima decisión ha sido destituir al obispo alemán que se había gastado 51 millones de euros en adecentar su residencia, bañera de 15.000 euros incluida. El despilfarro está en investigación pero, al contrario que tantas veces, lo primero ha sido apartarlo de la circulación y después se verá cómo se aclaran las cosas. Me dirán que 50 millones no suponen nada con todo lo que hay a nuestro alrededor. De acuerdo, pero de los gestos también se vive y algunos son muy importantes para definir a las personas, sobre todo si disfrutan de algún tipo de poder. Por cierto, señor Maroto, cuando le oí apoyar con tanto entusiasmo la posible visita del Papa a Vitoria como gran campaña de marketing y negocio... recé por usted.