la ya famosa y falsaria teoría del todo es ETA acuñada por el juez estrella Baltasar Garzón a finales de los noventa y acogida con júbilo por amplios sectores de la derecha volvió ayer a colocarse en la agenda política vasca con el inicio de dos macrojuicios contra personas y organizaciones de la izquierda abertzale histórica. Una foto absolutamente anacrónica que retrotrae a Euskadi varios años atrás, como si nada hubiese cambiado y la sociedad vasca estuviera condenada a la concatenación de situaciones fuera de tiempo y lugar, como en un absurdo día de la marmota. La antesala fue la operación judicial contra Herrira que se saldó con 18 personas detenidas, todas ellas puestas en libertad pocas horas después. También con los denominados muros populares con los que la izquierda abertzale busca teatralizar las detenciones de condenados judicialmente. Ayer arrancó en la Audiencia Nacional, entre otra teatralización de globos, el primero de estos macrojuicios, que sienta en el banquillo a 40 jóvenes acusados de pertenecer a la organización Segi y para quienes el fiscal solicita seis años de prisión para cada uno. La segunda de las vistas dará comienzo el jueves por un sumario en el que están encausados 36 responsables de Batasuna y de las herriko tabernas, con diferentes peticiones que suman en total 334 años de cárcel. Estos juicios tienen lugar nada menos que once años después de la apertura del sumario que culminó en 2009 con la ilegalización de HB, EH y Batasuna. Desde entonces ha llovido mucho. Y no sólo por el tiempo transcurrido, sino porque el escenario ha cambiado totalmente. ETA -ese conglomerado monstruo que según la teoría de Garzón y otros jueces piensa, decide, controla y mueve todos y cada uno de los hilos del movimiento radical- ha decretado un cese de la violencia del que se van a cumplir dos años y la izquierda abertzale histórica vuelve a ser legal bajo el paraguas de Sortu, apuesta en exclusiva por la política y está en todas las instituciones. Pero aquellos polvos que generaron, con un evidente impulso político, la tesis del todo es ETA traen ahora estos lodos. Un exasperante y absurdo regreso al pasado, a cuya superación definitiva ETA debería contribuir también con autocrítica y su desarme para desaparecer, a su vez, de esta escena anacrónica.