cuando un soldado desfila entre la tropa a contrapié puede bien autoengañarse diciendo que en realidad son todos los demás los que van con el paso cambiado o bien aceptar la evidencia y buscar la oportunidad de acompasarse al resto. Algo así le ha pasado al diputado general de Álava, Javier de Andrés, que en apenas diez días ha pasado de mostrar su frontal rechazo al acuerdo socioeconómico y fiscal de PNV y PSE -descalificándolo al decir que las medidas contempladas no eran sino un calco de la política fracasada de Zapatero, la cantinela de la derecha- a asumir un marco de negociación reclamando capacidad de influencia para el PP. Entre medio, el mandatario alavés se encontró con que su propio partido, con la presidenta Arantza Quiroga a la cabeza, negociaba la incorporación de los populares al nuevo escenario político vasco mientras él se quedaba fuera de juego, aunque ha tenido suficiente cintura como para cambiar el paso. Javier de Andrés primero intentaba sacar cabeza en un acto social en Artium con una improvisada propuesta de bajada de impuestos. Luego sacaba pecho agitando el secular agravio comparativo hacia Álava en las inversiones -tan interiorizado históricamente en la derecha alavesa- o enarbolaba la defensa de la foralidad. Anteayer, en el pleno de política general modificaba el discurso que había entregado previamente por escrito a la prensa y modulaba su mensaje para dejar la puerta abierta. Y ayer el PP terminaba facilitando con su abstención que jeltzales y socialistas sacaran adelante en las Juntas Generales de Álava una proposición inspirada en su pacto fiscal de país. El PP alavés aún seguirá marcando perfil, pero sus dirigentes exponen ya sotto voce las condiciones para sumarse al acuerdo, de las que da cuenta hoy DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, que pasan por incorporar al pacto fiscal alguna medida de incentivo a las pymes, incluir algún otro proyecto del territorio entre las inversiones -aparte del impulso a los hospitales de Txagorritxu y Santiago ya contemplado- y garantizar la aprobación de los presupuestos de la Diputación para el próximo año. Ahora puede que haya acuerdo o no, puede verse la botella medio llena o medio vacía, pero al menos el PP ha entrado en el juego de las cuadraturas.