EL arrollador triunfo de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel en las elecciones celebradas ayer en Alemania dibuja, pese a todo, un escenario complicado y abierto tanto en el país germano como en el seno de la Unión Europea. Los resultados refuerzan de manera rotunda el liderazgo y las controvertidas políticas económicas de Merkel. La pequeña recuperación del voto -bastante menos de lo esperado- de los socialdemócratas encabezados por el incombustible Peer Steinbrück unida al descalabro de los liberales -compañeros de coalición de Merkel y que ahora se quedan fuera del Bundestag- parecen decantar las posibilidades de gobierno hacia una complicadísima reedición de la coalición entre la CDU y el SPD que ya estuvo vigente en Alemania entre 2005 y 2009. Porque eso supondría un giro hacia el centroizquierda que no casaría con la rotundidad del triunfo de los democristianos de Merkel que han gobernado el país en los años duros de la crisis económica. No cabe duda de que la recesión y la gestión que Merkel ha hecho de la crisis tanto desde el punto de vista interno como en su concepción de Alemania como líder y motor económico y político de la Unión Europea le ha supuesto a la canciller un creciente reforzamiento de su figura entre la ciudadanía. Con seguridad, una imagen inversamente proporcional a la que Merkel tiene en el resto de países de la Unión. Pero, como era de esperar, su fuerte liderazgo y su firmeza en sus duras recetas de austeridad sin matices para atajar la crisis en toda la UE han eclipsado totalmente el papel de sus compañeros de viaje liberales. De ahí que los socialdemócratas deberán ser cautos y medir bien las fuerzas propias y extrañas y, sobre todo, los riesgos de un apoyo más o menos incondicional a la reforzada canciller. Con estos resultados será complicado que Steinbrück pueda exigir a cambio de su apoyo un cambio sustancial en la política alemana. Una cuestión trascendental para el futuro de la UE, atenazada por la crisis y la austeridad. La propia Merkel dibujó el campo de juego en el final de campaña al abogar por una "Alemania fuerte en una Europa fuerte" pero donde la solidaridad será siempre "con condiciones" y donde descartó los eurobonos y las emisiones de deuda conjunta". No parece un programa muy asumible por la socialdemocracia.