la formalización realizada ayer, con la rúbrica del lehendakari Iñigo Urkulllu, del acuerdo entre PNV y PSE "para conseguir una Euskadi más moderna, solidaria, sostenible y competitiva" y el objetivo principal de la reactivación económica y especialmente la creación de empleo, conlleva una transformación de las relaciones políticas e institucionales en Euskadi y abre por fin un tiempo de estabilidad para encarar las consecuencias de la crisis económica. La motivación y posibilidades del acuerdo deben interpretarse en la clave de que el gabinete de Urkullu consigue salvar su gobernabilidad y, por otra parte, del viraje de relaciones políticas que consiguen imprimir los socialistas a su papel en la política vasca. Así, es evidente que el Gobierno del PNV logra una estabilidad -también en lo presupuestario, aunque no sólo en el terreno de las cuentas- a la hora de diseñar y poner en marcha políticas y mecanismos que contribuyan a la reactivación socioeconómica del país, prioridad del Ejecutivo y, según todos los estudios demoscópicos, también de la sociedad vasca. Y a su vez, para los socialistas, el impulso del acuerdo no es ajeno tampoco a la posibilidad de recuperar parte del rol que tradicionalmente el PSE había ostentado en la política vasca y que, sin embargo, había venido siendo dilapidado en los últimos tiempos. Del matrimonio con el PP para colocar a Patxi López en Ajuria Enea, y tras las últimas derrotas electorales y la reubicación de la izquierda abertzale postETA, los socialistas habían pasado a correr el riesgo de convertirse en una fuerza apartada de su ansiada centralidad. De ahí la transición desde el ni agua al Gobierno Urkullu con que los socialistas iniciaron la legislatura a este acuerdo con adendas con vistas al futuro. Quizás el PP vasco de Arantza Quiroga se encuentre inmerso en una reflexión muy similar, en cuanto que el acuerdo amenaza con desplazarle a una trinchera de la que tanto esfuerzo le ha costado salir, pero no así el mandatario popular alavés Javier de Andrés, que ayer escenificó en Artium una extemporánea propuesta de bajada de impuestos -descalificada ayer en Álava tanto por el jeltzale Ramiro González como por el socialista Txarli Prieto- que le deja en tierra de nadie.
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