los medios de comunicación influyen más de lo que pensamos en la manera que tenemos de ver la vida. Si recordamos el accidente de tren en Galicia resulta que ya está un poco olvidado. Claro que se están dando las explicaciones pertinentes, se están realizando las correspondientes mejoras y los altos cargos políticos y de las empresas se están sometiendo a las cuestiones debidas. Como debe ser. Pero, ¿las familias? Recuerdo que pedían que no nos olvidásemos de ellas dentro de un año. Claro que no. Será cosa de semanas.
Y es que vivimos en un mundo en el que se da un impacto, se abre un debate, cada uno cuenta su opinión y posteriormente aparece otro. Y sigue la rueda sin parar.
Se generó un debate acerca de los desahucios y lo mal que lo pasaban muchas familias. Tristemente este debate es más intenso cuando alguien se suicida o cuando se da una situación límite. No importa que cien familias se vayan de una casa con dignidad y abatimiento para acudir a su entorno más cercano o a centros sociales. Pero si en una de esas cien familias pasa algo peculiar como que se ha tirado de la ventana un antiguo empresario es cuando se abre el debate. La cuestión es que se aplica una ley contra los desahucios y todos contentos. ¿Hay luego debates sobre la efectividad de la ley? Si los hay, no me he enterado.
El Gobierno socialista instauró una Ley de economía sostenible que iba a ser una referencia mundial. ¿Ha servido para algo? ¿Ha afectado a nuestra vida cotidiana? ¿Ha mejorado la efectividad de las empresas? Por supuesto que no. O si lo ha hecho, no me he enterado.
El Gobierno popular ha realizado varias reformas financieras a las que hay que añadir otros acuerdos internacionales como las propuestas de Basilea III. Una vez más, en el momento de su realización se vendió una gran efectividad y se prometió que los bancos iban a funcionar mejor. ¿Se ha generado más crédito? ¿Funcionan mejor los bancos? ¿Se han realizado debates acerca de su efectividad? Si los ha habido, no me he enterado.
La Ley de Educación del ministro Wert también generó amplias discusiones. No puedo juzgar la ley porque no la he leído, no conozco las anteriores y no sé los resultados de las evaluaciones del informe PISA en todas ellas. Sólo sé que el sistema educativo, sobre todo en sus niveles más avanzados, está completamente descoordinado con el mercado laboral. Esto es uno de los mayores dramas de nuestro tiempo. Se educa para el aula cuando se debería educar para la vida. ¿Se debate todo esto? Pues no mucho.
Ahora estamos en Gibraltar. Que si el tratado de Utrecht, que si es un paraíso fiscal, que no hay derecho a poner un muro de hormigón para que los pescadores no faenen, que no pueden ser las colas para salir, que el ministro quiere cobrar 50 euros por pasar, que si el Gobierno intenta despistar a la población? En esas estamos. En mi opinión, el único problema de Gibraltar es que es un paraíso fiscal y como tal debería estar prohibido, ya que beneficia al que más tiene, como siempre. Respecto a la soberanía, podemos cambiar Gibraltar por Ceuta y Melilla. Lo mío para mí. Lo de los demás, a repartir. Es muy humano, sí.
No culpo a los medios de dar esta información, faltaría más. Pero vivimos en un mundo de impacto y olvido. Rápidamente lo que ha generado agrios debates no lo recordamos. Y deberíamos hacerlo ya que sabemos, que los hombres que olvidan su historia están condenadas a repetirla.
Todas estas noticias son importantes pero si eliminamos su bruma observamos lo más grave: España se está hundiendo. No hay planes ni de empleo ni de recuperación. Cada vez más personas salen del sistema. ¿Y qué se está haciendo para arreglarlo? Nada de nada.