ATESORA a estas alturas de la película uno de esos historiales que en política se labran a duro golpe de partitocracia y mucha alfombra bajo la que esconder miserias e indignidades. Su último capítulo, al que ha asistido desde su dorado retiro de la embajada española en el Reino Unido, es su entrada fulgurante a la primera fila del caso Bárcenas a cuenta del supuesto pago con el ya famoso dinero B de las defensas de los encausados en el caso del Yak-42, tragedia gestionada -cuando era el ministro de Defensa del ¡viva Honduras! en El Salvador- con flagrante inhumanidad, para empezar. Un extraño círculo parece cerrarse en torno a Federico Trillo, quien confieso que en un momento de debilidad -mía- me ganó con cierta respuesta a un diputado en formato soneto en sus tiempos de presidente del Congreso. Pero le dedico estas líneas, no por el reguero de basura que ha ido dejando tras de sí en su trayectoria política -o quizá sí-, sino porque estos días se han cumplido once años de la memorable reconquista de Perejil. Fue, concretamente, el mismo día en que todos descubrimos, no sólo que existía un pedrusco en el Mediterráneo con dicho nombre, sino también que al parecer es de soberanía española. Pero de aquellas días, del descojonante ridículo de aquellos días, recuerdo a Trillo informando al Congreso de su particular victoria en Waterloo con castrense oratoria: "Al alba, y con un tiempo duro con viento de levante de 35 nudos...". Manda güevos Federico, momentazo en la oratoria parlamentaria hasta aquello de "ni en montañas lejanas ni en desiertos remotos". Pero eso es otra historia.
- Multimedia
- Servicios
- Participación