HACE un tiempo, cuando salieron a la luz los famosos papeles de Bárcenas, recordaba en estas líneas cómo Brian de Palma reconstruía en Los Intocables de Eliot Ness la caída de Al Capone a manos de aquel agente del Tesoro que hallaba en los asientos del contable de Capone los clavos para cerrar su ataúd carcelario antes de morir tiroteado en un ascensor bajo la leyenda en sangre de tocables. Luego quizá se ha difuminado el personaje de Luis Bárcenas en este drama y de contable pasó a jefe del tinglado, abrigo incluido, no lo sé. El lunes, después del nuevo capítulo del vodevil en el que se ha convertido eso que Mariano Rajoy denomina "democracia seria", me vino a la mente el Padrino II; concretamente, cuando Frank Pentangeli cree que Michael Corleone ha ordenado matarle y decide testificar en su contra ante un comité del Senado que investiga las actividades mafiosas de la familia Corleone. No sé por qué, pero Pentangeli me recuerda al despechado Bárcenas disparando a degüello, no ya contra Rajoy, sino contra María Dolores de Cospedal, su némesis al parecer. Cuando Frank llega a declarar, ve a su hermano, llegado desde Sicilia, sentado junto a Michael. Y se retracta. Luego, recibe en la cárcel al consigliere Tom Hagen y discuten sobre la antigua Roma y sobre qué ocurría entonces con los implicados en algún complot fallido contra el emperador. Y Pentangeli aparece desangrado con las muñecas cortadas en una bañera. Pero esto último, ya les digo, es sólo una película.