SÍ, regreso a la obra de la avenida de Gasteiz, esta vez en una doble dimensión: ropaje verde para el Palacio Europa y nueva disposición de aceras y bidegorris. Respecto a esa primera dimensión, aún desconocida, y sin ánimo de repetirme (¿sabrán nuestros próceres que he dedicado dos textos al calzón green de la fachada, gran enagua natural?), he de manifestar una duda que me asalta y hasta detiene mi natural circular en bicicleta, ya que el verano se ha dignado a saludar en estos días. Alaban nuestros prebostes el ahorro que supondrá el chaquetón de hierba en los gastos habituales de calefacción del Palacio Europa, que por las cifras que manejan en el Ayuntamiento debe de consumir más gas y electricidad que Xanadú. El caso es que compruebo durante mi pedalear los enormes ventanales que no van a ser cubiertos por el humus y recuerdo por dónde se suele colar el frío en las casas, ¿ustedes no, munícipes nuestros? En fin, que tendremos que hacer cuentas dentro de un tiempo y comprobar si el mantenimiento de la capa pipermín compensa o supone un nuevo agujero en las cuentas de la ciudad. Y ahora le toca el turno a la segunda duda. El caso es que mola el bidegorri nuevecito que ya puede usarse en el primer tramo de la avenida, desde la plaza de la Constitución, pero he de manifestar un pero, o varios, a los árboles que grácilmente delimitan el bicicarril y nos separan de los viandantes. Dichos árboles ya sueltan sus ramas por el bidegorri, toda una oportunidad para los ciclistas que necesiten peinarse, despeinarse o herirse en la cara. Pruébenlo.
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