al margen de propuestas de más o menos calado -que no las hubo-, el alcalde vitoriano Javier Maroto se ha podido presentar a su segundo debate sobre el estado de la ciudad exhibiendo el as de un pacto presupuestario con el PNV que le otorga una estabilidad privilegiada para encarrilar un proyecto de ciudad -hasta ahora titubeante- si consigue reeditar el acuerdo para el próximo ejercicio con contenidos efectivos. Pero al mismo tiempo, el Ayuntamiento se encuentra ante una crítica escasez de recursos financieros que estrecha considerablemente el margen. De la capacidad del primer edil para conjugar ambas variables -la iniciativa y las cuentas- de la mano del grupo de Gorka Urtaran dependerá en buena medida que la ciudad se ponga en marcha tras una década de impasse en sus principales proyectos estrella. Maroto, un experto en el marketing de celofán, en las redes sociales y en la figura de alcalde 2.0, quiso huir sin embargo en su primera sesión de propuestas efectistas o de grandilocuentes anuncios de proyectos y prefirió centrarse en el terreno corto, como su compromiso de patearse los comercios y las pymes de Gasteiz para palpar su realidad a pie de calle. Un loable propósito para un alcalde, aunque también vino acompañado de carencias por todo lo que olvidó. Y es que algunas cuestiones que también resultan clave para hacer ciudad a pie de calle fueron completamente borradas de su discurso, tales como las políticas de servicios sociales, la promoción tangible de empleo -más allá de chascos como los parques empresariales de Jundiz y Gamarra o de remitirse a la creación de comisiones- o la ahora arrinconada revitalización del Casco Viejo. Y los tres son retos compartidos por el PNV -en su condición de socio presupuestario, pero también de gobernante en el gabinete Urkullu- pues los nacionalistas han hecho de ellos bandera de su acción política municipal. La reactivación de los servicios sociales de base, las ayudas a la rehabilitación de edificios o la red de bicicletas eléctricas de alquiler -entre las propuestas lanzadas por los jeltzales en el pleno de ayer y recogidas por el alcalde- son buenos ejemplos de una dinámica que, en muchos casos en colaboración con el Gobierno Vasco, debería encauzar ya la Vitoria de 2014.
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