es conocido por todos el funcionamiento de un mercado económico. Por ejemplo, en el mercado de coches interactúan los fabricantes de coches y las personas que desean comprarlos. A partir de ahí la ley de la oferta y la demanda ajusta los precios y se realizan las diferentes operaciones de compraventa. Como en todos los mercados, si suben los precios se compran menos coches, si bajan los precios se venden más. Como en todos los mercados, existe cierta transparencia: cuando compramos un coche conocemos más o menos sus contraprestaciones y si el vendedor no cumple con lo acordado, el consumidor está defendido por garantías. Como en todos los mercados, la comisión de la competencia vela por que los compradores no paguen precios excesivos. Como en todos los mercados, si una empresa de coches quiebra las demás ganan, ya que tienen más demandantes. Como en todos los mercados, estamos comprando un bien o servicio real. Como en todos los mercados, las compras las hacen las personas. Como en todos los mercados, existe una regulación que aporta seguridad jurídica. Como en todos los mercados, conocemos a los principales vendedores. Como en todos los mercados... ¿cómo en todos?
Al lector le puede causar estupor conocer que ninguna de estas características se cumple en los mercados financieros.
Previamente hay que recordar que los agentes que actúan en este tipo de mercados son demandantes de dinero (por ejemplo, el Estado demanda dinero cuando desea financiación) y oferentes de dinero (ahorradores como un fondo, una persona física o un banco de inversión, por ejemplo).
En los mercados financieros, cuando suben los precios? ¡la gente compra más! ¿Quién no recuerda el caso de Terra? Si era tan cara es debido a que era una gran empresa y era muy fiable. Pues nada, todos a comprar. Pues nada, todos a la ruina. Cuando bajan los precios, se compra menos. Eso se supone debido a que el activo financiero es de baja calidad. Ya lo decían los grandes inversores: yo vendo cuando mi limpiabotas me aconseja comprar.
En los mercados financieros no existe mucha transparencia. Es posible que ahora esta circunstancia mejore, pero con sólo pensar en los afectados por las participaciones preferentes es difícil poner esta afirmación en duda. Todos conocemos las garantías que tenían los compradores: ninguna.
En los mercados financieros, en especial en los mercados de bonos, no existe competencia alguna. Uno puede comprar un bono, pero si un gran fondo introduce muchas órdenes de venta, los precios se pueden hundir, de la misma forma que se puede actuar en sentido contrario. No conozco ningún otro mercado donde ocurra lo mismo. En los mercados financieros puede ocurrir que un banco quiebre. En ese caso, no es que ganen los demás. Es que el sistema se va a pique. De hecho, en el mundo existen 29 bancos demasiado grandes para caer (entre los que está el Banco Santander). Esta circunstancia no se da en ningún otro mercado.
En los mercados financieros no siempre se compran bienes y servicios. Es razonable comprar una acción o una obligación, pero existen muchos derivados financieros que no dejan de ser meras apuestas. Se puede apostar a que el IBEX 35 estará dentro de un tiempo en 9.800 puntos. Si está a más, gano la diferencia. Si está a menos, la pierdo. No entiendo cómo las casas de apuestas no han entrado más en este capitalismo de casino. Y eso para no nombrar productos financieros que por no entender ni los entendían los altos ejecutivos de grandes empresas.
En los mercados financieros se está desarrollando el trading de alta frecuencia debido al cual los ordenadores realizan operaciones en microsegundos generando pequeñas ganancias que, claro está, son pérdidas de otros. La transacción la realizan los programas informáticos y no las personas.
En los mercados financieros cada vez se hacen más operaciones por OTC (Over the Counter). Son transacciones realizadas de común acuerdo de derivados financieros y que no pasan por mercados organizados. Es decir, su regulación es menor. Su proporción, sin embargo, es cada vez mayor.
En los mercados financieros no sabemos cuáles son las principales empresas. Todos conocemos grandes empresas de coches, ordenadores o móviles. Para conocer los fondos tenemos que consultar materia especializada.
En los mercados financieros se mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros al año. Por comparar cifras, el PIB mundial está en 45 billones de euros y el español en un billón de euros.
Así que los gestores de los grandes fondos y bancos pueden estar tranquilos. Ni ellos mismos se habrían aplicado semejantes reglas de juego.