LA maquinaria política cercana ha emprendido, rodado y estrenado en unos pocos días una nueva película: Atrapados en el canon. ¿La han visto ya? El público potencial lo formaban ustedes y nosotros, vecinos de Gasteiz, aunque no creo que nadie haya pagado una entrada para verla en ninguna sala de la ciudad: bastaba con descargársela del sentido común para imaginar el desarrollo del argumento; sólo quedaba por ver cómo interpretaban sus papeles los protagonistas de la historia. Los cinco millones que en teoría debe recibir la capital alavesa, y vasca, en concepto de capitalidad vasca, que no alavesa, eran el hilo conductor. Ese dinero, como el procedente del delirante cálculo de multas y el que llegará de la optimista, siendo generoso en el adjetivo, venta de suelo y patrimonio municipal, ya estaba incluido en el capítulo de ingresos de Vitoria pactado entre el PP y el PNV. Los líderes locales de ambos partidos eran, por lo tanto, los héroes de una función cuyo final ya estaba escrito. ¿Y quién ha sido la estrella de la última secuencia, antes del The End? Lo dejo a su elección: habrá quienes piensen que nuestro alcalde escaparate, que algún día tropezará en la calle de tanto mirar la pantalla de la tableta o del telefonino (no lo descarte, gran prócer: podría denunciar al Ayuntamiento); y habrá otros que señalen a nuestro líder jeltzale como el hombre que ha conseguido para Gasteiz esos cinco millones que sus hermanos del Gobierno Vasco amagaban con no gastar. Sin acritud, señores, pero por eso preferí volver a ver Conan, el bárbaro y el destructor.