BIEN por el refranero. De su hilo se ha colgado nuestra concejal de seguridad para expresar lo que le ocurrió el pasado martes por la mañana, en plena nevada. Fui testigo, y como testigo que fui se lo voy a narrar. Aún no había amanecido y la radio ya escupía quejas ciudadanas por la falta de previsión del Ayuntamiento en la limpieza de las calles. Todo era nieve y cabreo vecinal. Conexión con la susodicha. Todo, dijo, estaba controlado desde la madrugada. No había caos. Horas después, se debió de dar cuenta de la metedura de pata. Y tiró de refrán: "El que tiene boca se equivoca", dijo. Qué bonito. Embellezcamos este pequeño espacio con los mismos mimbres que ella usó para confeccionar su disculpa. Señora concejal, tiene libertad para usar los siguientes dichos en la próxima ocasión que se le presente: no por mucho madrugar deja de nevar; el que parte y reparte no se queda aparte; dime de qué presumes y te diré que calles; el muerto al hoyo y el vivo al trineo; el que a buen árbol se arrima, buena nieve le sepulta; ande yo caliente y enfríese la gente; cada cual en su casa y la nevada en la de todos; consejos vendo, y quitanieves compro; al que madruga, las botas le ayudan; el que esté libre de pecado, que tire la primera bola; hablando del rey de Roma, por la radio asoma; más vale prevenir que limpiar; que cada palo aguante su pala; tanto va el cántaro a la fuente que al final se resbala; para ese viaje no se necesitan esquíes; nunca es tarde si la nevada es buena. En resumen: en casa del herrero, disculpa de plástico.