la lucha contra el cáncer es uno de los retos más urgentes y necesarios, además de complicados, a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI en su conjunto. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de enfermos de cáncer se duplicará en el planeta en los próximos veinte años. Un dato escalofriante porque esta dolencia está generalmente asociada en el imaginario colectivo a la irreversibilidad, pese a que no siempre es así y, afortunadamente, cada vez menos. Es lógico, por tanto, que en una jornada como la de hoy, en la que se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, se haga especial hincapié tanto en desmitificar algunas creencias sobre la enfermedad como, sobre todo, en la importancia de la prevención y de la detección precoz, las mejores armas con que se cuenta de momento para luchar contra esta lacra. Pero si la comunidad internacional está impelida a dar una respuesta a la enfermedad, en Euskadi la necesidad es aún más imperiosa si cabe. Nuestro país tiene el triste y dudoso honor de encabezar el ránking de las comunidades con mayor índice de mortalidad por causa del cáncer. De hecho, uno de cada tres fallecimientos en la CAV tiene una causa oncológica, una estadística demoledora que nos obliga a una seria reflexión. Los expertos coinciden en que la lucha contra el cáncer debe estar basada en tres pilares fundamentales que no por su obviedad deben dejar de subrayarse porque constituyen una necesidad acuciante: la prevención, con lo que ello supone de cambios en nuestro modo de vida y de hábitos (sobre todo el tabaquismo, el consumo de alcohol y conductas que conducen a la obesidad); el diagnóstico precoz, que rebaja sustancialmente la afección de la enfermedad y sobre todo su mortalidad; y, finalmente, la investigación tanto sobre los tratamientos a los enfermos como respecto a la propia prevención. La lucha, por tanto, compete a todos, empezando por la propia sociedad y por las administraciones. Euskadi, pese a las negativas estadísticas, tiene ejemplos de que una apuesta decidida y coordinada y la concienciación social puede dar sus frutos. El éxito, moderado aún, del programa de detección precoz del cáncer de colon así lo atestigua. El cáncer es curable y vencible si no nos resignamos y se pone el empeño y los medios necesarios.
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