Causa sorpresa que el comité ejecutivo del PP vasco se proponga Ideas en todos las ámbitos, pero se debe hacer complicado elaborar iniciativas desde una dirección que ha tenido un rotundo fracaso en las pasadas elecciones vascas. Cuando un producto está caducado se retira del mercado. La dirección del PP vasco ha superado la fecha de caducidad y en este caso se trata de la falta de confianza de los ciudadanos.

Desde un comité ejecutivo que ha demostrado carecer de un proyecto ilusionante es difícil ofrecer algo que conecte con la realidad. A pesar de que su mensaje está caduco pretenden encarar la legislatura con las mismas caras que cosecharon un fracaso electoral. Ni su base social ha respondido como esperaban.

Antonio Basagoiti y su equipo parecen no haberse enterado de lo que ha sucedido y el apego a la silla se ha instalado como filosofía de las direcciones de los partidos. En política cuando se sale derrotado hay que asumir responsabilidades y se debe dejar paso a un nuevo equipo que salga de un congreso extraordinario. La era de Basagoiti, Alonso, Damborenea y Samper ha tocado a su fin. Son personajes que han hecho una labor realmente meritoria, pero los tiempos de cambio han llegado.

En unos tiempos en los que la presencia de las pistolas ha desaparecido hay que adaptarse. Los actuales dirigentes son personas preparadas para una determinada política de lucha contra el terrorismo. A María San Gil se la apartó de la dirección del PP vasco debido a un cambio en la política antiterrorista. Ahora debe haber la misma reconversión. Diferentes tiempos, diferentes personas.

Entiendo que es muy difícil levantarse de una silla que proporcionaba numerosas ventajas, aunque el riesgo era muy alto. Se jugaban la vida. Se ponían en riesgo quien las ocupaba y en ocasiones hasta su familia era diana de los terroristas. Pero lo hacían voluntariamente.

Es inaplazable una regeneración de los dirigentes del PP vasco. Servirá para que los ciudadanos crean en los políticos y en la política. Los cambios son necesarios para dar oxigeno a cualquier formación política. Continuar con los mismos dirigentes haciendo lo mismo es perder legitimidad.