Todavía no me recupero del shock que me dio el sábado 17 de noviembre, cuando me encontré con Mikel y me dio la noticia de tu fallecimiento. Después de la muerte de mis aitas, ha sido una de las peores noticias que me han dado. Todavía me cuesta creerlo. Has sido y serás un segundo padre para mí. Me acuerdo de cuando os conocí a ti, a Rosi y a los críos. Yo apenas tenía 16 años. Fue un día en Casalarreina. Recuerdo que estabas de vacaciones en el camping y encima currando, arreglando un tractor a un conocido, como siempre. Luego nos seguimos viendo en Gasteiz, en alguna que otra manifa. Qué tiempos aquellos. Estaban tus hermanas, Mari Sol y Palmi, y cómo no, Hernando. Éramos una piña.

Nos distanciamos cada uno por sus motivos y casualidad que a la vuelta de unos años volvimos a cruzar nuestros caminos, esta vez currando en la misma empresa. Fue una grata sorpresa para los dos. Estuvimos poco tiempo, pero el suficiente para afianzarme más en ti y en tu familia. No se me va de la memoria todo este tiempo pasado contigo. Cuando hemos estado tomando potes por la Kutxi, hablando de nuestras cosas, y siempre dándome consejos.

En el tanatorio Txema me dijo que leyera unas líneas que había escrito en tu memoria. Le dije que no me veía con moral suficiente para hacerlo. Lo leyó él y en el funeral, Peio. Yo, imposible.

En el trabajo dejaste una huella inolvidable entre los compañeros. Hasta los que no te conocieron tienen buenas sensaciones de ti. Siempre invitándonos a Araia, a comer caracoles, alubias o lo que se terciara. Qué bueno estaba todo.

Llegó tu jubilación más que merecida. Disfrutabas en tu casa de Araia haciendo apaños, para arriba, para abajo, en la huerta? hasta que llegó esa maldita enfermedad. Luego os llegó una alegría inmensa llamada Joritz. Vaya nietito guapo y listo. Se te caía la baba como a todos los aitites. También me regalaste una joyita que tengo en casa, llamada Puskas; un gato negro como el carbón. Nos costó adaptarnos un poco al principio y aunque yo te decía siempre que todo iba genial, si tu supieras? Pero ahora todo está genial y cada vez que lo vea ten por seguro que me acordaré de ti y de Rosi.

Me despido esperando que algún día en el más allá volvamos a encontrarnos y quien sabe, echar unos potes juntos otra vez. Y un abrazo en estos momentos especiales y duros para Rosi, Iñaki, Nando, Gorka, Mari Ángeles, Amaia y Joritz.

Erlantz López de Letona