hace unas semanas, el PP y Bildu, en una vertiginosa sucesión de comisiones, plenos y consejo de Ensanche 21, volvieron a unir sus votos para aprobar la modificación del planeamiento urbanístico que permite ubicar la estación de autobuses en la plaza de Euskaltzaindia de Vitoria-Gasteiz, a la vez que adjudicaron las obras de construcción en la cantidad de 18,6 millones de euros, IVA incluido. Para empezar, llama la atención que el precio de adjudicación sea un 40% menor del presupuestado (30,7 milones), algo que a priori puede resultar positivo por el ahorro que supone, pero que hace preguntarse sobre si antes los contratos públicos estaban sobredimensionados o si ahora esa cantidad se demostrará insuficiente para ejecutar la obra con garantías.

Lo que no está sujeto a duda es nuestra posición. En numerosas ocasiones, las y los concejales de EAJ-PNV hemos alertado de lo que consideramos una decisión errónea y cortoplacista. Y seguimos defendiendo que la estación de autobuses debería ubicarse allá donde esté la del tren, para garantizar así la necesaria y recomendada intermodalidad entre ambos modos de transporte. Y digo necesaria y recomendada porque la Comisión de Ordenación del Territorio del País Vasco (COPTV) -órgano que vela por que las modificaciones de planeamiento urbanístico se acomoden a las Directrices de Ordenación del Territorio y al cumplimento de las políticas sectoriales en materia de transporte o medio ambiente- recomienda al Ayuntamiento garantizar la citada intermodalidad para ajustarse a lo que marcan las directrices europeas en materia de transporte y las vascas en materia de ordenación del territorio.

Cierto es que el informe, a pesar de contener argumentos suficientes para elevarlo a carácter de vinculante, se queda en un nivel de recomendación. Pero no es menos cierto que si hace doce años hubiéramos hecho caso a las recomendaciones de la COPTV, hoy no tendríamos que estar lamentando el crecimiento desorbitado e insostenible de nuestra ciudad y la creación de islas urbanas inconexas como Arkaiate, Larrein o Aretxabaleta-Gardelegi. Ojo, por tanto, a la escasa importancia que los ediles de PP y Bildu dan a las recomendaciones de los expertos, pues se corre el riesgo de que, por no atenderlas, lamentemos en un futuro próximo que la estación de autobuses no esté junto a la del tren, sino justo en la otra punta de la ciudad.

Quiero compartir mi preocupación sobre la nefasta historia de proyectos fallidos en Vitoria-Gasteiz. Llevamos más de una década sin consumar ninguno de los proyectos estratégicos para nuestro municipio. Una parálisis que ha generado un profundo malestar en la sociedad vitoriana debido a la constante pérdida de oportunidades, de tiempo y, sobre todo, de ingentes recursos económicos. Las disputas estériles y partidistas -de todos los grupos, sí, pero especialmente entre PP y PSE- han costado al Ayuntamiento más de 17 millones de euros en los proyectos fallidos del Auditorio de la Senda (1,5 millones de euros), Bai Center de Euskaltzaindia (15 millones) y estación de autobuses en el parking de Arriaga (1,2 millones). Una escandalosa y elevadísima suma de recursos económicos públicos despilfarrados en proyectos abandonados por la incompetencia e irresponsabilidad política y fruto del nefasto modelo basado en el binomio de imponer cuando se gobierna e impedir cuando se está en la oposición que desgraciadamente ha imperado en Vitoria-Gasteiz durante la última década y que sigue teniendo a dos de sus principales protagonistas en activo.

A mayor abundamiento, a esta ingente cifra hay que sumarle otro montante económico similar -otros 17 millones de euros- despilfarrado en proyectos que nunca vieron la luz o en sentencias judiciales millonarias por la mala gestión del PP en la era de Alfonso Alonso, con Javier Maroto de concejal de Hacienda. Por no hablar del abusivo contrato que el actual alcalde aceptó a un empresario local para el alquiler de unos locales de San Antonio, ya de partida caro y cuya cuota se ha incrementado en 2012 en el IPC más el 9%. Casi nada.

En total suman 35 millones de euros tirados al contenedor de basura en doce años, desde 2000. Creo sinceramente que esto no se puede volver a repetir. Las y los gasteiztarras nos merecemos otra forma de hacer política que deje de lado la espiral de crispación y rencillas partidistas y personales, y ponga en el centro de la misma el acuerdo y la colaboración, es decir, acordar cuando se gobierna y colaborar cuando se está en la oposición.

Y en coherencia con este análisis, realizo una última reflexión. A día de hoy, adjudicadas por PP y Bildu las obras de la estación de autobuses en algo más de 18 millones de euros, el grupo del PNV tiene muy claro que no es nuestro proyecto y no lo compartimos, pero no vamos a tratar de impedir irracionalmente su ejecución, cuya paralización supondría, además de un nuevo fiasco para la ciudad, otro despilfarro económico en nuevas indemnizaciones. No estamos dispuestos a ello. Por encima de los intereses u opiniones partidistas está Vitoria-Gasteiz. El tiempo del debate político terminó. Las posiciones de cada partido han quedado meridianamente claras. La nuestra ha sido contraria, pero ahora es un proyecto en marcha al que no vamos a poner trabas y al que deseamos se haga de la mejor forma posible. Ésta es una buena forma de actuar, con sentido común, con coherencia con lo que se defiende y con responsabilidad política.