KORRIKA 17 concluyó el domingo su andadura en Donostia en un acto multitudinario en el que se dieron cita miles de euskaltzales tras completar un recorrido ininterrumpido de más de 2.500 kilómetros por toda Euskal Herria durante once días. Una iniciativa en la que, un año más, han tomado parte miles y miles de personas como muestra de compromiso en favor del euskera y como reivindicación en la defensa de la lengua vasca y de los derechos que asisten a sus hablantes. La primera edición de Korrika se desarrolló en 1980, en un momento álgido de efervescencia de las iniciativas populares y ante la conciencia colectiva de que la precaria situación del euskera precisaba de un impulso ciudadano, además del que debían prestarle las aún incipientes instituciones vascas que se crearían como desarrollo del autogobierno. En este sentido, la feliz idea de la Coordinadora de Alfabetización y Eskaldunización AEK cuajó desde el inicio en la sociedad vasca y ha venido repitiéndose cada dos años con nutrida presencia popular. Ello da muestra clara de que el consenso social en torno al euskera no solo se ha consolidado, sino que exige de nuevos pasos. En estos 31 años, la situación de la lengua vasca ha cambiado de forma altamente significativa. La importante labor desarrollada tanto desde la iniciativa pública como de la privada y la apuesta decidida y sin fisuras de una amplia mayoría de la sociedad vasca han logrado que el euskera esté cada día más presente en el día a día de miles de personas. La educación , las políticas lingüísticas llevadas a cabo por las instituciones vascas y miles de aportaciones anónimas junto al compromiso ciudadano han logrado sacar al euskera del pozo y llevarlo a un conocimiento general aceptablemente creciente. Pero falta un paso más, decisivo. Tal y como nos ha recordado esta edición de Korrika con su acertado lema en torno a la palabra euskalakari, queda aún mucho por hacer en el terreno del uso de la lengua en el seno de la sociedad vasca. Es evidente que ya no basta con un cierto conocimiento del euskera para garantizar el futuro del idioma, sometido a una extraordinaria presión en una clamorosa situación de inferioridad de condiciones con respecto a otros idiomas mucho más potentes y con herramientas y medios infinitamente superiores.