En el inicio del siglo XXI, en plena borrachera de mayoría absoluta del PP, del España va bien, de la bonanza económica, de los pelotazos varios, de los preparativos del bodorrio de la niña del Caudillito, con todo Gürtel de invitado, se produjo un crimen laboral sin precedentes. Sintel, empresa emblemática y puntera en el sector de las telecomunicaciones, con la que Telefónica ganó lo que no está en los escritos, que realizó el 90% del trabajo telefónico en España durante más de 30 años, gracias a la profesionalidad de sus trabajadores, propiedad 100% de Telefónica, fue asesinada laboralmente y sus trabajadores se quedaron sin futuro, sin trabajo, sin dinero y acampados en la Castellana de Madrid peleando por su dignidad.

Con el apoyo fundamental del pueblo, subsistieron en el campamento de La Esperanza, en plena Castellana, centro financiero de España. Ilusionados con una supuesta solución a sus problemas, levantaron el campamento y se fueron a casa.

Pero les engañaron y les ejecutaron laboralmente. Y les ocurrió como a Gila ( Miguel, no Carlos), que les asesinaron mal y volvieron a la lucha. La marcha, la pelea desde Orcasitas, la fundación de Sintratel, etc. Ahora se cumplen 10 años de aquella canallada. Siguen luchando por sus derechos usurpados y se reúnen con frecuencia, porque todavía les queda algo que no consiguió nadie robarles : la dignidad.

Al día de hoy todavía nadie ha pagado por ello. Telefónica se escapó, los Canosa de momento y los demás ni se sabe, y las cúpulas sindicales cumplieron su labor de traidores. Alguien dijo que la justicia es injusta por el sólo hecho de ser lenta. Como dijo Bertolt Brecht, "muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirles a hacer justicia". O Anacarsis, "la ley es una telaraña que atrapa las moscas y deja escapar los pájaros". Nosotros seguimos esperando justicia desde hace 10 años.