EL Ayuntamiento de Vitoria y la delegación de Educación niegan a la escuela del Casco Viejo la solicitud de cambio de nombre que esta escuela decidió en su consejo escolar en 2008 (dejar de denominarse Ramón Bajo para adoptar el nombre de Escuela Gasteiz), solicitud que se llevó a cabo siguiendo la legislación vigente. Según se ha publicado recientemente, el gabinete Lazcoz y la delegación están de acuerdo con la familia de Ramón Bajo en que no debe cambiarse el nombre y lo justifican aludiendo a los méritos de este profesor del siglo XIX.
Hemos explicado ya en este periódico cuáles son los motivos para el cambio y no los vamos a repetir ahora. Sólo queremos recordar aquí que en los últimos años hay decenas de escuelas públicas que han cambiado de nombres en Vitoria y la provincia. La lista merece atención:
J.R. Jiménez es ahora IES Construcción; Sancho el Sabio es ahora Aranbizkarra ikastola; Severo Ochoa es ahora Adurtza ikastola; Ortega y Gasset y Menéndez Pidal es ahora Laterorro (Laudio); Reyes Católicos y Eulogio Gómez son ahora Koldo Mitxelena 1 y 2; Canciller Ayala ahora es Ekialdea; IES Canciller Ayala es ahora IES Laudio; R.V. Inclán es ahora Pepe Uruñuela, Lope de Torre es ahora la Escuela Superior de diseño; Bambi es ahora Landazuri; Marcelino Losa es ahora Ramiro de Maeztu; Antonio Forniés y Manuel Machado son ahora IPI Sansomendi; Luis Eusebio es ahora Escuela de Hostelería; Ursulinas es ahora Urkide; Marcos Sagasti es ahora Lope de Larrea (Agurain); Antonio Rueda es ahora Zabaleko (Amurrio); Blas López es ahora Gorbeialde…
Más todos los que han cambiado por integración o desaparición: Ignacio Aldekoa, Antonio Albandoz, Pio Baroja, C. Ruiz de Garibay... Y todos los preescolares que se han fusionado: Manuel de Falla, Rogelia de Alvaro, María de Maeztu, Gabriel Miró, N.S. de Itziar, Santa Ana, Fco Landaburu, N.S. de Oro... Como dirían algunos alumnos de hoy en día, muchos de esos personajes salían bastante más en Google que el susodicho Ramón Bajo antes de que empezara esta polémica. Ahora en serio: estamos hablando de Sancho el Sabio, Severo Ochoa, Ortega y Gasset, el Canciller Ayala, Valle Inclán, Pio Baroja, Ignacio Aldecoa… ¿Les parecen a ustedes poco importantes? Pues todos esos centros no han tenido ningún problema para cambiar de nombre. Es una característica de la autonomía de los centros: precisamente que tienen esa potestad. Exceptuando nuestra escuela, ya nos explicarán por qué.
¿Se consultó con los descendientes en esas decenas de casos si les parecía bien quitar el nombre del bisabuelo de un edificio público? Creemos que no. Para eso están las propiedades y fincas privadas, para darles el nombre que su propietario desee. Por otra parte el Ayuntamiento tiene un buen puñado de calles y plazas nuevas para denominar como mejor le parezca y formalmente proponemos desde aquí el nombre de Ramón Bajo para una de ellas.
Los descendientes del señor Bajo se remiten a un acuerdo con el Ayuntamiento en febrero de 1931. Estamos hablando de nada menos que 80 años (y de un periodo predemocrático; en concreto de un Ayuntamiento designado durante la dictadura de Primo de Rivera). Merece la pena recordarlo cuando se defiende la vigencia (¿?) de ese acuerdo.
Hay que ver. De repente cuánto responsable político comprometido con la tradición… ¿No será que lo que molesta es otra cosa, acaso el progreso de esta escuela, que disfruta de un cada vez mayor reconocimiento en el mundo educativo y social y que cuestiona con su sola existencia algunas políticas educativas del ayuntamiento y la delegación?
Está claro que ellos tienen la sartén por el mango y nos tendremos que llamar como ellos digan, pero no por las razones adecuadas. Nos tememos que algunos responsables políticos han patinado y se están poniendo en evidencia en esta cuestión.
Nosotros volvemos a lo nuestro, que es seguir trabajando por el proyecto educativo de nuestra escuela y colaborar con la plataforma de asociaciones que está reivindicando el palacio Escoriaza-Esquivel como centro educativo para el Casco Viejo.