UN buen amigo del barrio defiende la tesis de que las baldosas con que el Ayuntamiento ha sembrado, y siembra, el suelo de la ciudad son una basura. No se refiere a que sean de mala calidad, que en algunos casos así será, sino a que no cree que ésta sea la mejor opción para cubrir el suelo de nuestras calles. Y razón tiene. Sepan ustedes que durante los últimos días, tras bajar del tranvía en la parada de Intermodal, que aunque no exista aún es parada, he pisado la misma baldosa, y esa misma baldosa suelta me ha mojado hasta bien entrado el muslo derecho. Bien, de acuerdo, eso me pasa por no mirar por dónde camino; por ello intenté levantarla y apartarla a la hierba, sin éxito, claro. Al margen de esta húmeda tribulación, las baldosas, cientos de miles de diferentes colores y casi todas cuadradas y pequeñas, impiden, por ejemplo, jugar a las canicas, aunque quién demonios juega ahora a las canicas; y necesitan un mantenimiento permanente, y ese mantenimiento sin duda cuesta un dinero al erario municipal, que somos todos. ¿No existe otra manera de pavimentar? Toda esta introducción viene a cuento de una imagen singular del pasado fin de semana: una brigada de las BAI se presentó en la plaza del futuro BAI Center, plaza de Euskaltzaindia, donde ya han entrado las máquinas, y se dedicó a arreglar las baldosas en mal estado de la acera de la calle Donostia, baldosas que dentro de nada, por la labor de excavadoras y demás vehículos de obra, volverán a transformarse en trampas ocultas. ¿Regresarán?
- Multimedia
- Servicios
- Participación