VERGONZOSA, sin paliativos, la imagen que una vez más nos han dado desde el Congreso de los Diputados. Unos y otros, indistintamente, pareciera que no quede un solo referente político enteramente sano e ingenuo en este sistema bipartidista. Nadie responde de los graves delitos de que unos y otros se acusan en primera persona con todo tipo de detalles, ni obra en consecuencia, sino que siempre se contestan con el y tú más, y utilizando todos los resquicios de la Ley y/o los resortes del poder para burlarla. Mientras el país, o mejor dicho los trabajadores que, a pesar de ser la mayoría no parecen ser lo mismo, siguen en precariedad o en paro y con un futuro más que incierto, sin que unos u otros estén haciendo algo efectivo para cambiarlo.
La magistratura política, además de administrar el poder con los criterios de la ideología y del programa porque fue votada, debiera ser ejemplo para la sociedad de estricto cumplimiento de las leyes, y también de ética y austeridad. Y da igual que se esté en el gobierno o en la oposición, la obligación como servidores públicos es la misma.
Dicen que los países tienen los gobiernos que se merecen, y es posible que estemos en un mundo o una sociedad de mayorías corruptas (de hecho o de intención, depende de las posibilidades), y por tanto sería muy difícil que si es así, los gobiernos no lo fueran, y también al revés, pues con los ejemplos que nos vienen dando ininterrumpidamente los que debieran ser ejemplo y referencia, no sé si queda espacio para que los ciudadanos pudiéramos ser de otra manera.
Lo que parece evidente es que esto hay que cambiarlo, y que sólo lo podemos hacer los ciudadanos con nuestro voto, ya que somos los que sufrimos las consecuencias y pagamos los devoros que no paran de hacernos. Seguir así parece indignante y oprobioso, pues a pesar de tantos abusos, una vez tras otra seguimos votando a los mismos y las encuestas siguen asegurando que va a continuar ocurriendo así. Algo muy grave y de mucho calado está ocurriendo y fallando en esta sociedad nuestra, y posiblemente tiene que ver con la educación y los valores que enseñamos o dejamos de enseñar a nuestra juventud, y también con los que se nos transmiten o se dejan de transmitir por los que están en capacidad y obligación de hacerlo, y tendremos que encontrar la manera de rectificarlo.