Vitoria-gasteiz tiene un grave problema de tráfico en las inmediaciones de su barrio más poblado que se acrecienta con el paso de los años. Todos los conductores que deben atravesar cualquiera de los dos ejes de la rotonda de América Latina, sobre todo según a qué horas, son conscientes de que los actuales viales son incapaces de absorber los casi 66.000 vehículos que a diario confluyen a ese auténtico nudo gordiano de la capital alavesa. Los responsables del diseño de la ciudad no se anticiparon a este problema hace ocho años, cuando se inauguraron los túneles en el entorno del centro comercial El Boulevard. Desde entonces, Lakua ha crecido espectacularmente en población, han aparecido dos nuevos barrios -Salburua y Zabalgana- que también están conectados entre sí a través de esta rotonda y ha llegado el tranvía, que en este punto se bifurca y dispone de dos paradas. Todos estos factores estaban previstos, lo mismo que las próximas construcciones del BAI Center, la nueva estación de autobuses en Arriaga y el soterramiento del ferrocarril por esa zona. Si además se suman las cuatro líneas de autobús que se cruzan en este área es fácil explicar el martirio diario de miles de vitorianos resignados a largas colas y atascos impropios de una ciudad que presume de ser referente en calidad de vida y medioambiental. La situación sólo puede agravarse a corto y medio plazo si no se toman medidas, seguramente caras aunque imprescindibles. La solución avanzada ayer por el alcalde Patxi Lazcoz -enterrar el tráfico privado en América Latina y ganar la superficie para el transporte publico y el peatón- resulta sugerente y a todas luces la más conveniente. La operación liberaría además espacio en una zona llamada a ser un centro emergente de la nueva Gasteiz, entre el futuro auditorio y la estación intermodal soterrada. Sin embargo, el Ayuntamiento se lo fía largo a los ciudadanos. El proyecto carece todavía de fechas y, lo que es más importante, de presupuesto y financiación. Es decir, se trata de un esperanzador, aunque simple, dibujo en un gráfico virtual que corre peligro de no llegar a concretarse en algo tangible debido a la tentación que a menudo acusan los políticos de no mirar más allá de las próximas elecciones.