Meses, años ya cacareando sobre nuestra propia crisis, pero no surgen iniciativas personales ni colectivas para luchar en corregirnos como país, porque algo habrá que ir haciendo, digo yo. Cambiar nuestras costumbres de vacas gordas.

Empezando por máximos mandatarios (que además ahora se blindan con jugosos consejos de administración), senadores, diputados, etcétera. Nadie de entre ellos dice: "Siete años frente a 41 es un gran agravio. Reduzcamos ejemplarmente nuestros privilegios como prueba de esfuerzo colectivo".

Y descendiendo a un ejemplo muy doméstico, ¿por qué nos estamos dejando mangonear por vampiros sociales que programan partidos de fútbol oficiales a horas tardías entre semana? En resumen: No nos terminamos de creer que tenemos que ser más rentables y competitivos. La semana laboral es para trabajar sin trasnochar. Y los esfuerzos colectivos significan, de todos.