SE me ha pasado el día de los Reyes Magos sin darme cuenta, así que os escribo para haceros alguna petición. No sé bien a quién dirigirme, porque el santoral está repleto de nombres. Puestos a elegir, quisiera poner a dos de vosotros en primer lugar, más que nada porque al consultar catholic.net, he comprobado que vuestra vida fue más azarosa y vuestra muerte cruel, lo cual me induce a pensar que tendréis más mando en plaza a la hora de otorgar deseos, aunque esta última reflexión se me antoja muy estúpida. Espero que vuestros compañeros de jornada (Alderico de Le Mans, Raimundo de Peñafort, Canuto Lavard, Lindalva Justo de Oliveira y Mateo Guimerá de Agrigento) no se molesten por dejarlos en un segundo plano, pero confío más en vosotros, Polieucto de Melitene y Luciano de Antioquía. A ti, Polieucto, que sufriste tormento antes de ser decapitado a causa de tu fe, quisiera preguntarte antes si tus padres se quedaron satisfechos con el nombre que te pusieron, y no me digas que en Armenia abundaban polieuctos como tú, que no me lo creo. Mira a Luciano, seguro que lo tuvo más fácil en su niñez, aunque también lo pasó fatal cuando creció: murió en prisión después de ser torturado por sus creencias. Bueno, al grano, santos, que ya sufristeis demasiado en vida como para tener que aguantar ahora estas líneas que tenían que haber sido dirigidas a Melchor, Gaspar y Baltasar. Sólo quiero que este mundo sea otro, y si para eso hay que volver a empezar, ayudadnos a hacerlo. Gracias.