LA Biblioteca del Congreso de Estados Unidos elige cada año 25 películas patrias para incluirlas en un Archivo Nacional y así "preservarlas" para generaciones futuras. La cosa va de que este año, bueno, el año pasado aunque hace apenas tres días, una de las elegidas fue El Imperio contraataca. Van 30 añitos tarde pero, como dice aquél, el tiempo pone a cada uno en su sitio, para bien o para mal. Yo pertenezco a la generación starwars, aunque confieso que en mi infancia pasé en moto de R2, Leia, Obi Wan y compañía, como sigo pasando militantemente de E.T., pese a vanos intentos por darle una oportunidad al, al parecer, entrañable extraterrestre de Spielberg. Pero una crece y va enmendando algunos errores. Y la saga galáctica fue uno de ellos. Y aunque cualquiera de las pelis de la trilogía original me gusta, reconozco que mi favorita es El Imperio contrataataca. Primero, porque dejó para la historia del cine y la cultura popular postmoderna dos de esas grandes frases del álbum de momentos cinematográficos: el mítico "Luke, yo soy tu padre", que impepinablemente ha de ser escuchado en la voz de Constatino Romero -al parecer, la versión original dice "no, yo soy tu padre"-, y la no menos célebre "no lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes" del gran Yoda. Y segundo, porque el duelo Luke-Darth Vader cierra magníficamente el círculo del drama entre padre e hijo con, que me perdonen los entendidos y puristas, un rollo muy shakespeariano que, unido al criogénico fin de Han Solo, aboca a la historia a oscuros augurios. Buena excusa para volver a verla...