QUÉ responsabilidad, abrir el año. La verdad es que me gustaría hacerlo dando ánimos, pero recuerden que ya se lo avisé, que disfrutaran que ya vendrían a jodernos. Pues como decía la amiga Carol Anne Freeling, ya están aquííííííí... La cuesta de enero de este año promete. Sube la luz, sube el gas, suben los transportes, va a subir el pan, sube el algodón, o sea, que subirá la ropa, suben las gasolinas, sube el euríbor... En fin, no seguiré porque quizá a estas horas esté pensando que en qué momento de todo esto se le ocurrió a usted celebrar la llegada de 2011. Y, si encima es fumador y el ataque de ansiedad le pilla en un bar, ya puede ir tirando de parches de nicotina amigo mío. Afortunadamente, próceres de este trocito del globo terráqueo como el señor Miguel Sebastián tienen a bien poner las cosas en su sitio para que nosotros, pobres mortales iletrados, no nos quejemos por puro vicio. Que esto de la luz, aunque casi cuadruplique el incremento del IPC -no voy a hablar de sueldos congelados, por no mencionar a los reducidos y a los inexistentes- es cuestión de tomarse un café menos al mes; bueno, en el caso de Zapatero, dos cafés, que a 80 céntimos, según propia confesión en Tengo una pregunta para usted y por mucho que la inflación también haya afectado a su cafetería de cabecera, se queda un pelín lejos del cortado medio de los pobres votantes. Que por cierto, cuéntele lo del café a esos pensionistas que miden al milímetro la calefacción que gastan para poder llegar a fin de mes, por poner.