hoy comienza en la Cámara de Vitoria el trámite parlamentario sobre las enmiendas parciales al proyecto presupuestario del Gobierno de Patxi López, un debate que llega después de que la Diputación de Álava -así como las otras dos entidades forales-, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y hasta el Ejecutivo de Zapatero hayan resuelto ya sus respectivos presupuestos gracias a una entente de estabilidad entre socialistas y nacionalistas, forzada no tanto por la complicidad política, sino por la pura necesidad ante una coyuntura económica crítica para las administraciones públicas. El equilibrio institucional logrado en Álava ha permitido al diputado general Xabier Agirre y al alcalde Patxi Lazcoz sacar adelante los últimos presupuestos de la legislatura -ésos que habitualmente están teñidos de tentaciones electoralistas- en un ejercicio de pragmatismo que intenta al menos salvar sus respectivas capacidades inversoras para amortiguar el impacto de la crisis, aun dejando algunos pelos en la gatera y eludiendo de momento debates sobre políticas fiscales o sociales más profundos. Paralelamente, Zapatero ha tenido que forzar otro giro de su geometría variable, bien es cierto que a costa de sacrificar el liderazgo del lehendakari López, y ha encontrado en el PNV un salvavidas sortear el vendaval de la crisis y del PP. De una forma u otra, por virtud o por necesidad, todos se han garantizado la tranquilidad presupuestaria para un año electoral. Sin embargo, la papeleta de Patxi López no es tan fácil. Bien es cierto que la pura aritmética parlamentaria le permite aprobar su proyecto sin necesidad de buscar otro apoyo que el de su socio preferente, pero es consciente de que volver a pasar el rodillo de la mano del PP contribuye a ahondar en su desgaste político como lehendakari rehén de una derecha que en Euskadi achica espacios a los socialistas y en Madrid -como en el Ayuntamiento de Vitoria- va a degüello. En un intento de hallar la cuadratura del círculo, el grupo del PSE abrió ayer la mano al PNV ofreciéndole transaccionar un paquete de enmiendas que en realidad ya tenía pactadas con el PP. Es decir, buscar la cuadratura del círculo. Y es que, a diferencia de Zapatero, Agirre o Lazcoz, a López le ha tocado aprobar los presupuestos durmiendo con su enemigo.