Ya hace casi más de dos años que estamos padeciendo una crisis económica, despidos masivos, ERE, quiebras de empresas, más de cuatro millones de parados, etcétera y el mundo del fútbol profesional parece no haberse dado cuenta de ello.

No hay más que ver la pasta gastada en fichajes; sólo el Real Madrid, unos 500 millones de euros. O el precio de las entradas o ver la prima ganada por los futbolistas por ganar el último Mundial de fútbol, 600.0000 euros por cabeza, una indecencia. Ahora, en la Liga Profesional de Fútbol, unos cuarenta equipos, de Primera y Segunda División andan a la greña para repartirse los 600 millones de euros. Dinero que se gastará en nuevos fichajes y en aumentar la bola, hasta que la burbuja estalle como la inmobiliaria y tengamos que pagar otra vez los platos rotos, los de siempre, los ciudadanos de a pie.

Ya sabemos que en tiempos de crisis el fútbol es un arma muy utilizada para confundir a la gente y desviar la atención de los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad, una táctica muy utilizada en otras épocas. Al calor de la euforia desatada en el último Mundial, parece que hemos caído en cierto papanatismo, otorgando más importancia al fútbol profesional de la que tiene, que no es más que un deporte y, si se quiere, también un espectáculo. No hay más que ver el espacio cada día más grande que ocupa en los telediarios o en la prensa escrita o las noticias machaconas que un día sí y otro también vemos por la televisión, siempre sobre los mismos jugadores y entrenadores. Aunque sean noticias nimias, lo importante es tener a la gente colgada siempre, para no darle tiempo a pensar en otras cosas. Así, todos los días de la semana hay noticias de fútbol, corriendo el riesgo de aburrir al aficionado.

En plena época de austeridad, con recortes de sueldo y recortes sociales importantes, se echa en falta algún gesto por parte de estos trabajadores privilegiados del balón de solidaridad con la gente que lo está pasando mal y con la sociedad a la que tanto deben. Ellos siguen en sus trece de que ese dinero se les paga porque lo valen, ignorando que no es un sueldo real sino especulativo. Se les ha pagado en base al mercado, inflado naturalmente y en base a las posibilidades que sus personas tienen de generar más ingresos en el futuro.

Ha habido algún intento por parte del nuevo presidente del Barça, Sandro Rosell, en el sentido de poner límites económicos tanto a las fichas como a los fichajes de nuevos jugadores. Un poco de sentido común en medio de tanto despropósito, antes de que sea demasiado tarde.

Y todo esto lo digo como aficionado al fútbol. No quiero pensar lo que podría manifestar un ciudadano más neutro respecto al tema en cuestión o que estuviese en paro.