TRAS el fiasco de la Cumbre sobre el cambio climático del pasado año en Copenhague, la ONU celebra en Cancún una nueva conferencia que intenta reavivar el compromiso internacional contra los efectos medioambientales, sociales, económicos y culturales del calentamiento del planeta. De Copenhague queda la triste imagen de cuatro miembros de Greenpeace detenidos y encarcelados durante casi un mes por irrumpir en la cena de gala y denunciar la hipocresía e inutilidad de la reunión. De Cancún, tampoco se espera mucho más que preparar una agenda de acuerdos que puedan hacerse efectivos en el encuentro previsto para finales de 2011 en Durán (Sudáfrica) sobre la reducción de gases de efecto invernadero y la gestión del denominado Fondo Verde, unos 100.000 millones de euros que los países industrializados se comprometieron a movilizar por año hasta 2020 para los países en desarrollo. De hecho, el escepticismo previo sobrevoló los foros científicos, medioambientales y de derechos humanos ante la realidad de que de nuevo la fuerza de los intereses del desarrollismo económico descontrolado en la explotación personas y de recursos naturales se imponga a la necesidad de un acuerdo internacional dictado por la ciencia y la justicia. Más aún ante la evidencia de la débil movilización social en defensa de un nuevo modelo socioeconómico basado en el respeto a los derechos de las personas, la justicia social y el equilibrio natural. Y el hecho de que EEUU y China, los dos principales contaminadores del planeta, vuelven a imponer su G-2, un bilateralismo contaminador sin concesiones para imponer sus condiciones al resto. La reunión de alto nivel que se abrirá mañana entre ministros y, en algunos casos, jefes de Estado será determinante. La mayoría de países aspira, y considerarían un éxito, a prolongar en una segunda fase los acuerdos de Kioto, cuyo primer periodo de compromisos de mitigación de gases de efecto invernadero vence en 2012. El esfuerzo de los organizadores se centra en que todos los países representados salgan satisfechos de las conclusiones de la conferencia, fruto de la experiencia del fiasco de Copenhague y, para lograrlo, han descartado un acuerdo climático global definitivo. Habrá que ver si la pérdida de ambición logra compromisos más efectivos.