Afortunadamente algunos gobernantes actuales están reconociendo la cantidad de atrocidades que se han cometido por responsables y gobiernos de muchos países a lo largo de la historia. No hace mucho, el papa Benedicto XVI, reconoció públicamente las atrocidades, sobre todo de tipo sexual, que han cometido miembros del clero con los jóvenes y pidió perdón públicamente por estos hechos. Ahora, leo en un periódico, que después de siete décadas, la Duma, que así se llama el parlamento ruso, por fin ha reconocido la matanza en el bosque de Katyn, a unos catorce kilómetros de la ciudad polaca de Smolesnk.

En el año 1940, Stalin ordenó la matanza de unos 20.000 polacos, en su mayoría militares y sobre todo los oficiales más importantes de su ejército, dejándolo totalmente destrozado. Unos documentos que demuestran fehacientemente estos hechos, han estado en secreto desde entonces y son los que han servido junto con el descubrimiento de los cadáveres para aclararlos. Desde que ocurrieron estos hechos y se abrió una comisión para esclarecerlos, se ha hecho creer que fueron realizados por los nazis dentro de su purga conquistadora, pero la aparición de estos documentos, ha demostrado que fueron asesinados por fuerzas del Comisariado de Asuntos Interiores Ruso, el famoso NKVD. Con la desintegración del imperio comunista, los archivos que se habían conservado herméticamente en sumarísimo secreto, se abrieron y aparecieron noticias totalmente contradictorias a las que se suponían.

La historia es muy susceptible de ser interpretada de una forma u otra según nos la cuenten y según las ideas que se tengan al narrarla. Hasta hace poco tiempo, los malos y asesinos eran solamente los nazis, y en parte es verdad, porque estos se cargaron a más de cinco millones de personas de muchas nacionalidades, sobre todo judíos, pero además de estos alemanes, hubo asesinos que se mantuvieron en secreto y hasta hace poco tiempo no se ha informado verdaderamente. Stalin está considerado como uno de los asesinos más sanguinarios que han existido y que junto con Hitler y Harry Truman, presidente de los Estados Unidos que ordenó lanzar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaky, donde murieron cerca de trescientas mil personas directamente, quedando dañadas millones de ellas por el efecto secundario de las bombas, han formado el trío más macabro que ha dado la historia contemporánea mundial. Hace un tiempo escribí un artículo titulado Maldad y en él trataba el dilema si el hombre es bueno por naturaleza y la sociedad lo pervierte o si hay personas que traen los genes asesinos de nacimiento consigo. Visto estos casos de grandes asesinos de masas, juzguen ustedes sobre la naturaleza del hombre, la verdad, yo no me atrevo.