Vivimos un estado de euforia colectiva por el premio Green Capital otorgado a nuestro Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Me alegro por ello y reconozco que el Anillo Verde es la envidia de cualquier ciudad. Asimismo, la cantidad de parques y jardines nos proporcionan una gran calidad de vida y ocio saludable. Ahora bien, todo no debieran ser alabanzas hacia la política municipal en materia medioambiental, pues pudieran causar relajamiento y excesiva conformidad para mejorar otros aspectos que siguen olvidados.
Por ejemplo, la ausencia de una ordenanza municipal que regule la contaminación electromagnética producida por las antenas de telefonía móvil. La OMS advierte que a partir de 0,1 mw/cm2 de potencia de emisión hay riesgos para la salud y esta recomendación se rebaja en diez veces en el caso de hospitales, guarderías o residencias de ancianos. Nuestro Ayuntamiento se rige por la legislación estatal, que permite niveles superiores en 4.200 veces a lo recomendado por la OMS.
Hay pueblos con menos medios que Vitoria-Gasteiz que se han dotado de su propia normativa para poner coto al descontrol antenístico y para ello han tenido que llegar hasta el Constitucional.
Con el acicate de la Green Capital es el momento de animar a la Corporación para que lleve a cabo una normativa que vele por la seguridad y la salud de todos los ciudadanos de Vitoria-Gasteiz.