NO me puedo resistir otra vez a traer a este espacio nuestro flamante, aunque aún inexistente, Centro Internacional de Congresos, Exposiciones y de las Artes Escénicas, lo que siempre llamamos auditorio cuando iba a estar en La Senda, en aquellos años en que el PP se gastaba tanto, menos o más dinero que hoy el PSE en un edificio aún sólo dibujado, eso sí, en tresdé. Saben nuestros próceres que siempre he defendido la necesidad de que Vitoria cuente con el tres en uno que va a levantarse en Lakua, y no porque sea un motor económico, sino por el placer que proporciona la música, todas las músicas, pero no puedo evitar reírme, o asustarme, de lo tontos que somos, tontos todos del mundo, tontos capaces de gastar mucho dinero en bautizar un edificio. Joder, sólo es un nombre. Habrá cientos de gasteiztarras capaces de dar ideas. Y ya que aquí tienen uno, les recuerdo Cemarke, Fomarce y Wynfoce, la triple corona que les propuse hace ya unos días, vocablos formados con las sílabas de nuestros guías espirituales Ken Follett, Wynton Marsalis y Celedón. Añado uno a la colección, surgido de las calenturientas mentes de algunos compañeros de este diario: Potato Arena. Piénsenlo bien: cumple con todos los requisitos que quieran imaginar. Cualquiera de estas opciones supera al BAI que ya se ha filtrado, un euskoinglés que resume Business and Art International Centre, olvidándose por todo el morro de una letra, y que obligaría a renombrar a las Brigadas de Acción Inmediata, nuestras BAI de calle.
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