Recurrente sin duda esta última polémica de los asentamientos rumanos "ilegales" en la Francia de la liberté, egalité et fraternité. Un tema sin duda polémico, apto para demagogias variadas de un tinte y otro y aprovechado también para intereses electoralistas. Es el caso de un Sarkozy en horas muy bajas que recurre una vez más a la "mano dura" contra la inmigración a sabiendas de que coadyuvará a subir unos puntos su índice de popularidad. Decía un compañero Facebookero al hilo de esto algo así como "seamos realistas, ¿quién quiere gitanos rumanos de vecinos?".

Desde luego es una pregunta a la que mucha gente, a bote pronto, respondería que no, que no quiere esa gente para pedirles sal en un momento dado. No creo en la superioridad de las razas ni etnias, por lo tanto tampoco creo en su inferioridad ni maldad genética, nunca he pensado que un vasco sea más que un español ni que un gitano rumano, ni al contrario. Creo en personas y aborrezco personas, no razas ni colores.

De todos modos esta última polémica ni es la primera ni será la última. Lo que subyace tras ella es un nuevo intento de esquivar el problema de fondo maquillándola como un problema puntual que un estado tiene. Reciententemente decía Federico Mayor Zaragoza, ex-comisario de la UNESCO que "hay que cambiar el sistema económico mundial, los modelos de producción"; dijo eso, nada más y nada menos. Esta afirmación es al sistema capitalista lo que el dólar a Marx (Karl y Groucho). Pero a pocos interesa lo que se esconde tras el problema de los que tienen que emigrar, los "sin papeles", los "ilegales", los que vienen a perturbar nuestra cómoda vida.

El proceso de construcción europea deja, cuando menos, mucho que desear. Lejos de la Europa de los pueblos soñada por el lehendakari Agirre, nos encontramos ante los Estados Unidos de Europa, a imagen y semejanza de los otros. La inmigración no es mas que un síntoma de una enfermedad casi terminal que sufre Europa y el mundo, el capitalismo. El caso de Rumania y su incorporación a la UE no es sino un ejemplo más de cómo se está construyendo esta Europa. Tras el discurso de los valores democráticos y la estabilidad económica que se exige a estos países para su incorporación, se esconden los intereses económicos de los grandes lobbies empresariales europeos a la búsqueda de nuevos mercados y de mano de obra barata. Tras bonitos discursos, no existe sino el interés geopolítico de la Europa occidental.

La progresiva incorporación del acervo comunitario, en su primera fase, provoca un empobrecimiento de amplios sectores de la población y el aumento de las desigualdades, acompañado de unos importantes costos sociales reflejados en el desmantelamiento de programas de cobertura social, que aunque escasos, degradados y burocratizados todavía cumplían, en alguna medida, su función primigenia. Ha disminuido el papel del Estado y del sector público, se han liberalizado los mercados de trabajo con la siempre eficaz excusa de la incorporación al mercado capitalista internacional, campo abonado para las inmisecordes garras del capitalismo.

Debido a la reorganización del mercado de trabajo con la intención de homologarlo a los criterios comunitarios, ha tenido lugar un incremento importante del desempleo, una considerable reducción de la tasa de participación de las mujeres, los recortes sociales, la precarización de los contratos y la reducción de los salarios mínimos. Las reformas que se han producido en estos países para su ingreso en la unión sin duda han mejorado los intereses de grandes corporaciones y empresas creando mayor exclusión social, pobreza y un consiguiente efecto salida.

En dos palabras, Europa occidental se sirve de la oriental para sus intereses y negocios.

Tengamos claro todos los VIP del mundo que mientras el sistema imperante sea el actual, el capitalismo salvaje que permite y provoca que uno tenga como millones, existirá desigualdad, guerra, hambre, muerte... y emigración. Así que todos los Sarkozys del mundo deberán estar preparados, no sólo ahora, siempre, para que personas que pasan hambre "asalten" sus tranquilos, desarrollados y perfectos países. ¿Acaso alguien piensa que estos rumanos han huido de su país por gusto? Cuánta hipocresía. Algunos dirigentes europeos, con Sarkozy a la cabeza, comienzan a hablar de "refundar el capitalismo", conscientes del fracaso del sistema, pero sin ninguna intención de cambiarlo, claro, tan solo de refundarlo, de lavarle la cara para seguir con lo mismo.