En el tema de las drogas son muy importantes los matices. A veces, se habla de prevención como si fuera siempre algo bueno y recomendable, pero no nos paramos a pensar en la polisemia de su significado y olvidamos que hay formas correctas de hacerla y formas erróneas. Hace años se hablaba que para prevenir las enfermedades de transmisión sexual lo mejor era la abstinencia. Hoy todos sabemos el error que implicaba tal objetivo. La prevención ha de hacerse con objetivos reales y alcanzables que ayuden a las personas a evitar los posibles riesgos en su salud y a que se beneficie de los aspectos positivos.

En lo tocante a las drogas (ilegales), salvando las distancias, nos encontramos que desde instancias políticas se promociona la abstinencia como panacea absoluta a la hora de evitar los problemas. ¿A quién pretenden convencer? ¿cómo se puede defender el consumo responsable de alcohol, tabaco o medicamentos y al mismo tiempo censurar el mero uso de cualquier droga ilegal? Es cierto que cada sustancia tiene sus peculiaridades y algunas son más peligrosas que otras. No obstante, todas son potencialmente adictivas y pueden derivar en consumos problemáticos. Por eso, no se puede predicar para unas lo que no para otras.

Lo que sí es cierto es que la ilegalidad de las sustancias hace que éstas sean más peligrosas debido a adulteraciones, baja pureza, etcétera. Pero esto es debido a su prohibición y no a la sustancia en sí.

¿Es posible hacer prevención defendiendo el consumo responsable en las sustancias legales y no en las ilegales? ¿cuál es el resultado después de 40 años de prohibición? ¿hasta cuándo este etnocentrismo farmacológico?