Con frecuencia, los textos de apoyo como éste se transforman en ataques contra otra idea, presumiblemente incompatible. Me gustaría que, en esta ocasión, se entendiera esta carta sólo como una reivindicación de un espacio cultural que, a lo largo de los años, ha supuesto un referente en varios sentidos.
En primer lugar, la sala Espacio Ciudad ha estado abierta a colaboraciones, tanto con centros de formación como organismos públicos. Por otro lado, las actividades que se han programado (Alberto García Alix o Jacobo Sucari podrían ser algunos de los últimos ejemplos) acercaron a Vitoria-Gasteiz, en primera persona, algunas de las trayectorias artísticas más interesantes e influyentes del panorama contemporáneo. En último lugar, pero igualmente importante, su ubicación privilegiada apostaba por mantener la vida cultural del centro de la ciudad, tanto a nivel de público como de actividades.
Con demasiada frecuencia tenemos la triste sensación de que los cambios en política cultural son erráticos, restrictivos y excluyentes (los principales excluidos somos el público y a su vez, contribuyentes) y que lo habitual es restar en vez de sumar.
Se cierra la sala Espacio Ciudad. Como usuarios y colaboradores de la misma, estamos un poco más huérfanos.