HA fallecido en París Claude Chabrol, realizador, entre otras, de cintas como Los primos o La flor del mal. "La imbecilidad es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites; la imbecilidad puede ser infinita". Con esta frase, el cineasta francés ponía de manifiesto su predilección por los personajes tontos, según sus propias palabras, si bien un examen de su exquisita filmografía revela todo lo contrario, un abanico de personalidades complejas que dan vida a unas tramas sencillas, muchas de las cuales parecen seguir un mismo esquema: un extraño irrumpe en la vida de una pareja idílica provocando terribles consecuencias. Se trata de la base argumental de su colaboración con el productor André Génovès, que daría como fruto filmes irrepetibles de la categoría de Accidente sin huella y La mujer infiel. Historias aparentemente simples y planas en las que temas como la venganza o el poder quedan retratados desde el punto de vista de un burgués con una concepción negativa del ciudadano medio, sumergido en el sistema neocapitalista y sin un estricto sentido de la ética.
Máximo exponente de la Nouvelle Vague, junto a nombres como Jean-Luc Godard y François Truffaut, Chabrol se convirtió en un verdadero maestro del cine negro, combinando la novedad de su mirada con los elementos más característicos de directores como Howard Hawks o Alfred Hitchcock, a quien reivindicó desde las páginas de la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma.
Su muerte a los 80 años, con medio centenar de películas a sus espaldas desde que en 1958 obtuviera el Oso de Oro de Berlín con El bello Sergio, certifica un año negro para la cinematografía gala, que perdió recientemente a Éric Rohmer, otro genio de la cultura francesa que compartía con Chabrol estilo, una mirada clara y el afán por contar una historia, la de la vida, que se repite una y otra vez y no por eso deja de ser nueva.
Begoña Aos Llorens