hASTA ayer sólo eran rumores. Hoy, dicho y hecho. ETA ha declarado un alto el fuego. Todavía no sabemos ni su alcance ni su duración (si es temporal o permanente) pero ha dado el primero de los calculados pasos que vendrán. En su comunicado (todo sea dicho, remitido intencionadamente a la BBC, un medio de prestigio en el ámbito internacional y conocedor de procesos de paz como el de Irlanda del Norte) ETA advierte de que no "llevará a cabo acciones militares en su campaña por la independencia"; que tomó la decisión hace varios meses a fin de "poner en marcha un proceso democrático" que lleve a una solución a través de la negociación y en clave soberanista, y hace un llamamiento a "actuar con responsabilidad" a los agentes políticos para que sean reconocidos los derechos del pueblo vasco.
La banda no va más allá y, como en anteriores ocasiones, no podemos olvidar que esta tregua no es espontánea. El anuncio viene precedido por un lado, de los movimientos que está dando la izquierda abertzale. Si en febrero era su dirección la que pedía a ETA que no fuera un "obstáculo" para sus planes políticos; hace unos días, no por casualidad, junto a EA y por escrito, demandaba a la banda un alto el fuego permanente y verificable por órganos internacionales. Antes, el movimiento vino de un sector de los presos de la banda. Ocho de ellos firmaron una carta dirigida a todo su colectivo en la que, por vez primera, planteaban "el reconocimiento y la reparación de los daños causados" a las víctimas del terrorismo como ya lo hiciera Josu Ternera en las conversaciones previas al frustrado proceso de paz de 2006.
Una tregua que ha venido precedida también de una ausencia de atentados con los que "responder" como venía haciendo, a las operaciones policiales. Las últimas víctimas datan de hace un año. Costaron la vida al inspector Eduardo Puelles en Arrigorriaga y a dos guardias civiles en Mallorca.
Desde siempre, ETA lo único que ha demostrado con sus actuaciones es que quiere estar presente en el escenario político hasta el final. Y como cualquiera de sus intenciones, necesita de su dosis de repercusión mediática. Y todo esto, lo sabe. Pese a que esta tregua se produzca después del arresto de su cúpula militar en Baiona, después de que las detenciones del último jefe del aparato militar hace meses y de Thierry en Burdeos en mayo de 2008 le hayan generado el periodo de mayor inestabilidad en su cúpula con siete dirigentes entre rejas en menos de dos años. Y pese a que su decapitación de manera regular haya aportado datos clave para desarticular comandos listos para actuar, detener a decenas de activistas e incautarse de alrededor de 3.000 kilos de material explosivo en Francia, España o Portugal.
Con esta nueva tregua (con lehendakari socialista), con sus reiteradas maniobras, ETA deja claro lo que opina: que todo puede seguir igual. Con extorsión o sin ella. Con o sin kale borroka. Y la izquierda abertzale es consciente si nos atenemos a la insistencia en sus últimas peticiones y también a su documento Zutik Euskal Herria en el que se consagra su apuesta por un "proceso democrático en ausencia de violencia" pero reconoce que por el camino podrían aparecer "dificultades". O lo que es lo mismo; sigue habiendo dudas de que ETA entregue las armas.
Con el alto el fuego, positivo pero insuficiente, la banda demuestra que va muchos pasos por detrás de la izquierda abertzale a pesar de que hasta ahora haya delegado en ella la negociación de los temas políticos. Con los planes que hemos conocido en los últimos meses tras la detención de sus dirigentes o comandos; hasta el momento ETA ha dejado caer al suelo el tan exhibido "ramo de olivo" de Otegi ante 15.000 seguidores en Anoeta en 2004. Vacía por completo el mensaje y la credibilidad de la ilegalizada coalición. Y peor todavía, agota el tiempo de cara a las próximas elecciones y constata el fin de un ciclo de representación en las instituciones de una izquierda abertzale que ha perdido a un 33% de sus electores en los últimos cinco años.
Especulaciones al margen, la situación que viven ETA y la izquierda abertzale es análoga a la que vivieron el IRA y su brazo político, el Sinn Fein. Sólo cuando los violentos tuvieron la certeza de lo poco que valía la lucha armada se decidieron por la vía política. Hasta ese momento, intentaron vender sus actuaciones a precios desorbitantes en cuantos foros les fue posible: de Londres a Washington. Nadie les creyó y se vieron obligados a escuchar la propuesta del ex líder del Partido Social-Demócrata y Laborista (SDLP) de Irlanda del Norte, John Hume. Y en ocasiones como ésta, debería ser bueno recordar que el sentimiento de euforia no nos puede hacer olvidar que el mundo del terrorismo sólo se ha movido cuando el Estado de Derecho le ha puesto contra las cuerdas con la ley en la mano. Y después; que pese al proceso de extrema debilidad por el que atraviesan ETA y la izquierda abertzale y que les resta capacidad de influencia política, con su actual estrategia consiguen dominar puntualmente la escena pública.